Te ví, y no fue igual

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Te ví y no fue igual,

no porque ya no te quisiera como antes,

como suelen contar las historias de amor,

o las canciones de romance. 


Te ví y no fue igual,

igual que hace un tiempo,

porque esta vez vi algo diferente 

tanto así, que me hizo decidir parar por fin.


Te ví y no fue igual,

porque esta vez una especie de danza 

se asociaron con tus movimientos 

con relación a una persona nueva,

que habitaba en un lugar de tu corazón.


Esa persona, que no tiene relación en mi sentimiento,

es ahora el disfrute de tu vista, y en la que tu sonrisa 

encuentra un espacio cómodo,

tanto para reposar y expresarse... con lentitud y dulzura. 


Esa danza expresó tu sentir,

que poco a poco significaba

alejar mi ilusión de la posibilidad de tener

algo contigo más que un risa de amigos. 


Verte agarrado de la mano con ella,

fue para mi la señal del Destino y el Universo,

que algo tenía que cambiar, y que hasta ahí,

en ese segundo e instante, podía pasar algo de mi hacia ti. 


No fueron las palabras, o tu interacción conmigo

lo que me hizo descubrir lo alejados que estábamos ya

el uno del otro.

Y no fue más que ese gesto, ese hecho

de verte con otra, sencilla, que me hizo desempolvar

sentimientos de mi juventud y pubertad. 


Como pequeña que no sabe definir bien su sentir,

que solo siente y no entiende, pero sabe que debe expresar.

Y no serás tú, mi amor frustrado, que escucharás mi sentimiento,

sino será el Universo que me escucha, me observa y todo lo sabe,

que día a día me irá mostrando el camino para resolver ese asunto. 


Porque aunque al principio no lo entienda,

y el sentimiento trate de ahogar los pensamientos,

los hechos son claros, y el destino solo uno,

que nuestros caminos en el amor se distanciaron 

y que verte con ella no me sacó lágrimas, ni caprichos interiores, 

sino que fue algo más profundo, como señal clara de

que mi corazón debe dar paso a Un amor que ame la verdad tanto como la amo yo. 


Un camino distinto que refleje una esperanza 

esa esperanza que verdaderamente alegra,

con fundamento, y no con ilusión pasajera. 

Sino con una construcción de amor, 

y no simplemente de versos anónimos, 

y además siempre unilaterales. 

Un camino de madurez, y de merecimiento verdadero

 de aquello que llamo: predestinación.


Te ví, y pude percibir en ti algo que nunca había visto,

tu sonrisa natural, en armonía con el abrazo que le dabas, 

y ella como rosa que florece y permanece por un largo verano,

se placía en corresponderte tu sentir. 


De verdad se veían hermosos,

pero mi ser no terminaba de entender por qué no había sido igual 

en aquellas oportunidades.

Que nunca pudiese llegar a expresar cuánto te quise,

puede verse como una frustración,

o como una oportunidad para que 

cuando haya llegado ese amor que me valore,

yo pueda fluir con mi amor hacia él, 

y decirle siempre sinceramente, cuanto le amo

y le agradezco a la vida por haber llegado.

a ese camino que nos juntó, poder decirle gracias.

a esa verdad que compartimos desde el fondo del corazón,

poder decir gracias,

a esa preciosa Vida que nos permitió compartir un verdadero amor,

poder decirle gracias. 


Así que...  por haberte visto y no haber sido igual que ayer, no significa que mañana no haya oportunidad para encontrar aquello que deseaba esa niñita de ayer: encontrar ese ser predestinado desde antes de la fundación del mundo, especialmente diseñado para mi.




Esta vez no fue lo mismo que ayerWhere stories live. Discover now