Capítulo 18. Ojos tristes

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"No lo he podido encontrar todavía. Porque duele. Porque se vuelve irreal en la medida que le busco más sentidos. Aun no concibo un momento íntimo de ese calibre. Quiero quedarme y no puedo; mientras mayores anhelos tengo, incrementan los miedos. He mentido. Le he dicho las mejores verdades disfrazadas de eso que quiere escuchar. Las he concebido en un contexto que le resulte consolador. Ese momento. Debo encontrarlo.




Nublada.




Ausente.




Fragmentada.




La parte más racional de mi cuerpo se ha atrevido a plantar cara.




La otra se ha metido un hotel de paso con la puta de mejores piernas.




Colapsará.




Lo presiento.




Todo tiene un porqué. Y esta vez yo lo he inventando. Porque no supe encontrar el camino. Porque no supe cómo detenerlo. Porque me daba miedo estar sola. Porque necesitaba calor.




...Porque quería.




...Porque lo deseaba.




...Porque el falo me resultaba risible en tanto su condición dormida.




...Porque ansiaba que una boca me follara y quizá dos dedos me dieran el mejor orgasmo de la vida.




Ella puede despertar en cualquier momento. Ella sabe cómo quiere ser tocada. Cuáles dedos deben frotarla y en qué sentido hay un mejor cosquilleo. Puede recibir a cualquiera, pero no a todos les dará el mismo ritual.




Ella sabe qué quiere para sentirse aliviada.




Oh.




Ha despertado. Hoy me ha tocado consentirla. Esa es otra ventaja. No tengo vergüenza, es cierto. Ya no queda ni un ápice de ese sentimiento en mi. Nada de eso. Nada.




Mañana intentaré otro momento para salir, por ahora seré yo quien le pida un ritual solitario".










════ ∘◦❁◦∘ ════










—No soy tan mala compañía como dices —el mohín de Kiara casi me provocó una carcajada. Por supuesto, todavía tenía que mantenerme serio pues sabía que era demasiado astuta para aprovechar cualquier momento débil y así volver a insistir. Nunca lograba convencerme, debo admitirlo. Al menos no con un método tan asfixiante como intentar portarse "adorable".




—Pero irritante, sí —.




—Soy capaz de callarme si lo pide —.




—Cállate, Kiara —.




—¡No tú! DongHae. Él si puede callarme —.




—Dice DongHae que te calles —.




—¡Ni siquiera está aquí! —.




Un nuevo mohín. Kiara era capaz de soltarse a llorar si se lo proponía. Pero esta vez no iba a ceder por mucho que la situación estuviera cansándome. La peculiaridad de mi hermana es que sabe conseguir las cosas... mientras más fastidiosa se vuelve. Le di la vuelta a la revista que tenía entre ambas manos. Por suerte no es tan lista como para notar que la sección de espectáculos estuvo entre mis ojos casi durante quince minutos. Su cuerpo arrodillado sobre el sillón estaba tan empecinado en salir corriendo del edificio con mi autorización que le quitaba la capacidad para analizar la situación.




Matemos a cupido [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora