—"Conclusión, todos tenemos un destino que no puede ser cambiado. Algo que solo nos pertenece a cada uno de nosotros. Y sin importar, cuanto luchemos, gritemos, lloremos e incluso nos rehusemos a aceptarlo, este nunca cambiara."— la mirada de todos los presentes en el salón de conferencias no se despegaron de ella ni un segundo, incluso cuando ya había finalizado su presentación. ¿En serio? El ensayo que consistía el 50% de su calificación se trataba de "El destino"
— Hmm, no tengo problemas con el tema, pero — la castaña trago duro, en un impulso pensó que el tema de "El destino" sería buena idea, y obviamente por la reacción de su profesor y compañeros no fue así. – De igual forma tiene 8, ¡Siguiente! – sin más que decir, tajo el profesor.
Lo arruino. Pudiendo escoger entre infinidad de temas disponibles, ella escogió el tema que solo estaba ahí porque sí, un tema que el profesor puso por falta de opciones. La risilla de algunos de sus compañeros provoco que sus mejillas adquirieran un tono carmesí, abrumada por los murmullos que se escuchan en el pequeño auditorio camino descuidadamente hasta su asiento. No solo estaban sus compañeros del curso si no que habían invitado a la sección A de robótica.
—Idiota— escucho hablar al muchacho a lado suyo. —Tan idiota como siempre y aun así te dieron un 8.
—Cállate, Nicolás— si bien el muchacho de ojos azules tenía razón no le causo nada de gracia que se lo mencionara.
—Es... es solo que... pensé que sería buena idea— tartamudeo ella.
La risa de Nicolás la hizo sentirse un poco feliz, aunque sabía que no se estaba riendo, sino burlando. Su almendrada mirada se posó con ternura en la sonrisa del muchacho. Después de todo es su novio, el Bad-Boy de la universidad, aquel hombre que solo usa a las chicas y después las deja, que disfruta ver el dolor ajeno de las personas.
El hecho de que él haya aceptado ser su novio le causaba cierto temor en su corazón. Su mirada se colocó en el compañero que estaba exponiendo su tema, en ese momento ella recordó aquel día que en un impulso se le confeso justo al lado de la chica, con la que, según los rumores, solo compartía pasión por esos placeres del cuerpo que tantas personas ansiaban e incluso podían llegar a ser adictos.
HACE DOS MESES.
Naomi caminaba por los pasillos de la universidad y pensaba –como siempre- en lo feliz que sería si el pelinegro le hablara aunque sea para pedirle la hora. Admitía que la simple idea de entablar una conversación con él –solo le pediría la hora– la ponía nerviosa, pero eso era algo imposible hoy en día todos traen consigo un reloj o su celular.
Tan sumergida en sus fantasías matutinas no se dio cuenta del muchacho que corría en su dirección. Los hombros de ambos chocaron, por la fuerza y velocidad en la que el chico corría y ella por ser muy pequeña y ligera, cayó al suelo. El muchacho la miro desde arriba aturdido por el reciente golpe, y por la vista que Naomi le dejo ver no supo cómo reaccionar y solo se quedó de pie, olvidando completamente porque razón estaba corriendo.
— ¡Oh! Excelente vista me has dejado ver frijolin, pero no por eso te voy a dejar escapar—la voz profunda y ronca de alguien se escuchó a unos cuantos metros detrás de Naomi.
Aun en el suelo estaba igual de aturdida por el golpe que no noto como su falda se levantó por su repentina caída, dejando así ver sus torneadas piernas y parte de su ropa interior negra. Un sonrojo la invadió desde la punta de las orejas hasta su nariz pues se encontraba en una posición que era bastante comprometedora. Y también los dos chicos la miraron sin ningún tipo de cuidado, y además uno de esos chicos era ¡Nicolás Reiner! ¡El muchacho que le gusta!
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El amor todo lo puede.
RomanceEl amor de una mujer puede cambiar el mas negro y frio corazón de un hombre. Naomi Valk ha estado enamorada de Nicolás desde hace meses, fue incapaz de confesarle sus sentimientos durante todo ese tiempo. Pero todo cambia drásticamente cuando ella...