La odiosa mañana

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Aneley

Apenas se durmió, me levanté agarre mis cosas y me fui, ese fue el perfecto final, las palabras solo lo arruinarían. Golpeé la única puerta que sabía que no me iba a juzgar, Mari abrió en pijamas y dormida.

_Tengo que salir de acá, tengo que dejarlo Mari.

_A donde te llevo?

Me dejó en la terminal y me fui al único lugar posible, donde hacía que mi corazón se sane, mi casa. No veía muy seguido a mis padres ya que no les gustaba ir a la ciudad del cemento y consumismo, y por mis locos horarios venia poco. Durante todo el viaje llore, sentía mi corazón romperse con cada kilómetro que hacía, pero debía tener el valor de irme, él no era para mí.

Cuando entré a la casa no se sorprendieron de verme, solo me abrazaron como si nunca me hubiera ido, lloré y les conté todo.

_Tenes que soltarlo Aneley, es la única forma de saber cuánto vales, lo que eres sin él.

Mi mamá tenía razón, esto era un nuevo comienzo y aunque mi corazón dolía y mi cuerpo lo extrañaba tenía que ser yo, simplemente Yo.

Recibí mensajes de Bea diciendo que tenía que luchar, de Pablo preguntándome si necesitaba algo y de Mari solo con un Te quiero, pero de él nada, deje de seguirlo en todas las redes sociales, igual poco las veía, de a poco dejaron de preguntar por él.

Unos meses después volví a la ciudad y me encontré con que ya se había marchado, me cambié de casa y comencé la residencia quería ser neurocirujana y lo iba a lograr.

Mi mejor versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora