Capítulo 11

68.3K 4.6K 977
                                    

Hacemos fila como todas las personas, a pesar de que no es muy larga, Theo luce impaciente en la fila y encuentro divertido que aprovecha cada quince segundos para salirse de la fila y checar cuando vamos a avanzar. Al parecer, el príncipe no es muy paciente que digamos.

—Tranquilo, nuestro turno llegará luego —digo inclinándome a él para poder susurrar a su lado. Le escucho resoplar.

—Es la fila más lenta que he hecho en mi vida —se queja.

—Bueno, son las tristes desventajas de ser personas comunes y corrientes, me temo que tendrás que acostumbrarte si quieres seguir pasando por desapercibido —me veo diciendo y él asiente.

Pasan cinco minutos que se sienten como una eternidad, debido a lo desesperado que Theo resulta con cada segundo qué pasa. Por suerte, nos ha tocado en uno de los asientos del medio y no al fondo, donde considero que la velocidad se siente más intensa que me da náuseas.

—Uff, espero que esto no sea tan malo —Theo habla abrochándose el cinturón, enarco las cejas en su dirección.

—¿Le temes a las alturas? —Hace una mueca.

—No es eso, sucede que no me subo a una desde que tengo ocho, la última vez que subí a una fue en el parque de atracciones de Suecia, Gröna Lund y no fue una de mis mejores experiencias.

—He escuchado sobre ese parque, dicen que tienen las mejores montañas rusas.

Él asiente.

—Las tiene y también son las más aterradoras, en caso de que me lo preguntes —agregó seguro de sí mismo, intenté no reír ante su confesión—. Ya sabes, eso de subir y bajar a una alta velocidad como que me provoca algo de ansiedad.

Vuelvo a enarcar las cejas.

—Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo —inquiero con humor y su ceño se frunce.

—¿Qué secreto?

—Tu miedo a las alturas, no diré nada, lo prometo. —Le guiño un ojo y consigo no reírme ante su ligero sonrojo, se ha avergonzado un poco sobre el tema y he encontrado su pequeño nerviosismo, tierno. Para el momento en que comenzamos a avanzar, el cuerpo de Theo se tensa a mi lado y, justo al bajar, toma mi mano por impulso, dándole un fuerte apretón, a diferencia de todos, no está divirtiéndose.

—¿Seguro que estás bien? —le pregunto cuando vamos subiendo, y los gritos de las personas han cesado. Theo traga con fuerza antes de voltear a verme, sus ojos lucen nervioso, intenta restarle importancia al tema, pero al final se ve negando.

—No creo que pueda aguantar más —dice con sinceridad y de pronto me siento mal por haber tirado de su mano y traerlo hasta este juego, así que esta vez soy yo quien coloca mi mano sobre la suya y me permito entrelazar sus dedos con los míos, incluso, me muevo sobre mi asiento intentando apegarme más a él, si eso es posible.

—No vamos a caernos o algo por el estilo —digo en un intento de consuelo.

—Eso espero —dice con un pequeño asentimiento, su respiración es algo lenta, está tratando de controlarla—. Estamos muy alto, ¿no es así?

Doy una rápida mirada hacia abajo, que hasta a mí me pone nerviosa, así que se me ocurre apretar su mano con más fuerza para hacerle saber que no está solo.

—Algo así —admito con una mueca lo que solo empeora la situación para él, para darle más seguridad, entrelazo nuestros dedos y le ofrezco una sonrisa—. Prometo sostener tu mano durante todo el trayecto.

—Gracias. —Se las arregla para ofrecerme una pequeña sonrisa.

—Ey, si cierras los ojos y gritas como todos, la situación será mucho más sencilla.

Un príncipe peculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora