XLIX. Suelo Sagrado

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Kings Landing

Las campanas del Septo empezaron a repicar.

Desde que tenía memoria, ese sonido siempre había traído consigo cosas negativas; en Roca Casterly, las campanas sonaron por dos días después de que murió su madre al dar a luz a Tyrion. Años más tarde, en la capital, esas mismas campanas sonaron cuando la ciudad cayó ante la rebelión de Robert Baratheon. Sonaron por Joffrey, sonaron por su padre, y ahora sonaban por Myrcella.

Cersei, su tío y un séquito de guardias de Lannister estaban en el muelle. Ella tenía el rostro sereno, no lloraba como cuando vio a Joffrey, como si hubiera esperado que eso ocurriera. Tenía la cabeza rapada y la piel amarillenta. Jaime no entendió la razón, pero tampoco le importaba, lo que fuera que ocurrió, estuvo seguro que era culpa suya.

El féretro de Myrcella era una bóveda dorada, hecha de hierro y bañada en oro líquido. Tenía pequeñas flores de oro decorando su cubierta, y flores frescas a los costados, acunando su última morada. En Storm End's tardaron un par de semanas en fabricar el ataúd, las hermanas silenciosas se encargaron de conservar el cuerpo, lo limpiaron, esviceraron y la cubrieron con natrón. Para que pudiera ser luego, enterrada bajo el Septo de Baelor junto a los restos del Rey Robert.

«Ella me aceptó como su padre, pero su descanso eterno será junto a él.»

Varios hombres vestidos con túnicas negras se abrieron paso entre los presentes, y ayudaron a bajar el féretro del bote. Jaime reconoció entre ellos a su primo Lancel, el hijo de su tío Kevan. Ellos llevaron el cuerpo hasta un carromato, que luego, se dirigiría al Gran Septo.

—¿Por qué el Rey no vino a recibir a su hermana? —le preguntó Jaime a Ser Kevan.

—El rey pensó que... Bueno el consejo creyó que no era adecuado que el pueblo viera a Tommen en el estado que se puso cuando supo lo ocurrido con su hermana.

Tommen y Myrcella siempre fueron muy unidos. Compartían su amor por los gatos y los muñecos de porcelana. Ambos le temían a Joffrey.

—¿Cómo pasó? —Cersei se adelantó a su tío e increpó a Jaime.

—Hablaremos de eso después. —dijo él.

—¿Cómo pasó? —repitió Cersei— Tenías que traerla aquí, viva, a salvo... ¡En su lugar regresas con un cadáver!

Los pocos presentes empezaron a murmurar entre sí. Miraban con morbo la discusión.

—La gente empieza a hablar —dijo Ser Kevan— Todos debemos discutir sobre lo ocurrido en Dorne, pero no aquí, no ahora. Prepararé una reunión del consejo.

—Yo no soy parte del consejo —replicó Jaime.

—Sigues siendo el Comandante de la Ciudad, aún eres parte del consejo.

Pero no era en el consejo en donde debía contar lo ocurrido. Ellos no podrían entender lo que sentía, sólo había alguien con quien podía hablar sobre la muerte de su hija, y era con Cersei. Así que acudió a su recámara en cuanto volvieron al castillo, la encontró sentada en un sillón mirando a la nada por la ventana. Una lágrima le chorreaba por la barbilla.

—¿Cómo murió nuestra hija? —le preguntó ella sin mirarlo.

—Envenenada —contestó.

—¿Y quién lo hizo?

—Ellaria Sand, la amante de Oberyn Martell.

—¿Ellaria Sand? Ah... —suspiró— ¿Y ella sigue viva?

Los Últimos Reyne II | Fanfic GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora