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Esto era raro, pero tenía que actuar lo más normal posible.

Sí, hice hecho el hechizo. Pero es más complicado que "te haces daño, me hago daño". Estamos compartiendo emociones y sentimientos, él no lo puede notar, pero yo sí. Y prefiero actuar que todo está perfecto.

Y también hay un problema, no puedo usar tanta energía. El hechizo requiere un gasto constante de energía, así que no puedo teletransportarme.

—¿Quieres comer? —pregunte a mi ahora compañero.

Sentía duda en Damián. Se encontraba sentado en una silla, golpeando continuamente los dedos en la mesa con una mirada seria, muy seria. No miraba nada en concreto, pero su mirada es intimidante. Y no, no era duda por si quería comer o no.

—Puedo...—solté un suspiro, ¿Qué se supone que debo hacer?

Son las diez de la noche y estoy con un chico que no conozco y que hace poco intentaba asesinarme.

—¿Quieres un té, café o agua? —pregunte sin mirarlo. Estaba esperando que los hotcakes estuviesen listos.

—Café—le escuche decir.

Agh, ¿acaso no tiene modales? Oh, verdad que solo sabe luchar y asesinar.

Preparo el café en la máquina. No soy tan aficionada al café, pero de todas formas me gusta tener la máquina. Espero a que esté listo, busco una taza en el estante y la saco, sirvo el café y me siento frente a él.

—Ten—le tiendo la taza y Damián la toma.

Apoyo mi cabeza en una de mis manos y lo miro.

—¿Cuántos años tienes?

—Dieciocho—me dice antes de dar un trago a su café—. Pensé que ya lo sabias.

—¿Por qué sabría eso?

—¿Cuántos tienes tu? —no se molesta en responder mi pregunta.

—Veinte—parece sorprendido por mi respuesta. Yo sonrió—. ¿Creías que tengo tu edad?

Tampoco responde esa pregunta.

—¿Tus padres? —pregunta.

—Muertos—me encojo de hombros. Damián no parece sorprendido por mis respuestas—. Al parecer ya lo sabias.

—Me dieron un informe de ti. Y ahí sale la muerte de tu madre, pero no hay nada sobre tu padre—parece una acusación, me mira fijamente, analizándome. Desvío la mirada—. ¿Qué estas ocultando?

No tengo planes de decirle nada. No creo que sea conveniente.

—Nada que te deba preocupar—mentí. Damián se mantiene observándome por unos segundos y luego parece que pierde el interés.

Se termina de tomar su café.

—¿Qué planeas hacer? —pregunto curiosa.

—Buscar a Bruce Wayne.

—Eso lo sé, genio. A lo que me refiero es que harás exactamente—le digo sin gracia.

—Por algo estas viva, Rachel...

Damián me mira significativamente. ¿Pretende que yo haga todo?

—No tengo por dónde empezar, Damián. Probablemente debas buscar información de él o algo relacionado con él.

—Puede ser—dice el en un susurro.

Miro el reloj de mi muñeca, y son más de las doce de la noche. Necesito dormir.

Confiando en el Enemigo (Damián × Raven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora