CAPÍTULO 2.

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Otro día más. Más absurdas buenas temperaturas para la época. Más jodidos exámenes. Y, para mi sorpresa, más tú.

Yo iba asqueada, como de costumbre, tras salir de clase a mi casa, a ponerme a toda ostia la canción que tuviera por aquel entonces en la cabeza (probablemente los chikos del maiz o sons of Aguirre, en fin) y de repente veo a dos conocidos, llamemosles Juan y Virginia, y a ti, que no necesitas nombre. Te vi.

Y me mosqueé.

Pero me mosqueé tantísimo que no puedo textualizarlo. Me mosqueé como cuando se comen el último trozo de pizza 4 quesos o cuando se fuman mi último cigarro del paquete. Fue una sensación que ahora entiendo, mi subconsciente me estaba avisando de todo, me estaba diciendo "no hacen falta más que formalismos Sara, que nos conocemos".

Resulta que aquel día comiais todos en mi casa, cosa que me apetecía poco, y contigo ahí menos la verdad. Me disponía a irme a casa a beberme un chupito de cianuro por la tarde que me esperaba (todos de fiesta y yo enclaustrada estudiando) y dijiste:
-¿No te tomas nada? Así esperamos aquí a tus padres y vamos todos juntos a tu casa.

Quise matarte. De echo, creo que lo hice con la mirada. Pero soy imbécil, y hago lo opuesto a lo que sé que es lo correcto.
-Claro, voy a pedirme algo.

Entré a por un refresco, la verdad es que no me apetecía irme a casa y allí estaba agusto. Adoraba a Juan y a Virginia, podía hablar con ellos de cualquier cosa y eso me reconfortaba. Tú no tanto. Tenía la impresión de que algo nos iba a pasar, algo intenso y demasiado duro. Es la primera vez que lo sabes, tú y todos, esta sensación que tuve contigo nada más conocernos, es bastante embarazoso, pero necesario para saber como hemos llegado a este punto.

Tuvimos una charla amena, despotriqué de los estudios, nos reímos y la verdad, no sé si te diste cuenta, pero te miraba todo el rato. Quería saber a quién estabas mirando, cómo gesticulabas y cómo te reías. Y tus ojos, más que tus ojos, tu mirada... Enhorabuena otra vez, un zasca más, hiciste que unos ojos azules me encantaran.
No sé si tú me mirabas o no, tenías otros planes en tu cabeza y yo era consciente. Pero creo que con esa sensación de admiración, odio y miedo, empecé a enamorarme de ti.

Incluso durante la comida, que había gente que en ese momento me interesaba muchísimo más que tú, no paraba de mirarte de reojo, de intentar saber que pasaba por la mente de ese chico y, sobretodo, en intentar averiguar por qué me llamabas tanto la atención. Y llegó el momento de irme a mi habitación a estudiar. No se me olvidará. Yo, estudiando matrices, integrales, derivadas y un montón de cosas que, aunque no lo creas, me encantan (por mucho que digas que no valen para nada), y solo pensaba en volver a salir, en seguir intentando descifrarte. Nunca me ha costado descifrar las mentes de las personas, pero lo tuyo es otro nivel. Jamás sé que vas a hacer ni en qué momento. Hubiera preferido no saber qué pasa por tu cabeza, pero eso es historia. Al final, otro motivo por el cual ahora estamos en este punto es la incesante curiosidad de ti que he tenido desde el instante que nos conocimos. Y mientras intentaba descifrar el limite de noseque cuando X tiende a menos infinito, no pensaba en más que en salir.

Me costó, pero me concentré, y me agobié muchísimo. Era un tema que tenía dominado, pero eran exámenes finales de el último trimestre de el último curso del instituto, y si abruma leerlo imagínate vivirlo. El caso es que necesitaba tomar el aire, ya me había olvidado de que estabas ahí, y salgo y te veo. Mi madre no paraba de decirme que entrara a estudiar, y a ella la oía en off, no podía concentrarme en sus palabras teniendote tan cerca, era una sensación horrible. Necesitar ver a alguien a quien has conocido apenas unas horas, y que ni siquiera te cae bien. Pero te necesitaba ahí, siempre lo he hecho. Y me lo dejaste claro cuando saliste en mi defensa, alegando que necesitaba descansar. Ese día no me dejaste de caer mal, pero ya fui presa de ti. No dije más que gracias, pero quedaron claras muchas cosas.

Ni todas las X tendiendo a infinito, menos infinito, a 0 ni a 3, iban a hacer que me olvidara de ti. Bueno, si sigues sin estar sorprendido, podemos continuar, como bien he dicho antes, esto es solo el principio.

Memorias De Un Cuarto Menguante. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora