Alfred
Después de lo ocurrido anoche me marché a mi casa y los mismo pensamientos me siguen martilleando la cabeza. ¿Sentiría Amaia algo por mí? ¿Siento algo más que amistad por ella? ¿Debería besarla y perderme entre sus piernas? ¡Alfred! No seas mal pensado hombre.
Miró el reloj y descubro que voy tarde, como es Amaia tengo media hora más. Me decantó por unos vaqueros azules oscuros, camisa blanca y mi chupa de cuero negra juntó al pelo perfectamente peinado. Me despido de mi tío y voy a recogerla, tras 5 minutos después me encuentro esperándola.
Cuando la veo aparecer me fijó en que va preciosa junto a un vestido lleno de triángulos brillantes además de su pintalabios rojo.
-¡Hola Alfred! ¿Estás preparado?
-La verdad es que no (respondí riendo)
-Bueno, mis amigos son muy majos así que no te preocupes
Asiento con la cabeza como gesto de aprobación y continúo hablando
-Por cierto, estás muy guapa
-Gracias, tú también (dijo sonrojándose)
La miró y empezamos a andar hasta llegar a la discoteca; justo antes de entrar me da la mano y me susurra- estoy aquí, por si te hace falta- Ese gesto me reconforta, haciéndome saber que me va a apoyar esta y las noches que haga falta, siento un nudo en el estómago.
Nos sonreímos y vamos a un reservado en el que están sus amigos y junto a sus parejas, formadas por Aitana; una chica con flequillo bastante mona, y Cepeda; un chico alto y moreno, Miriam; otra chica con el pelo como el de un león, y Roi; un chico castaño y alto. Después de charlar con ellos me doy cuenta de que son grandes personas y que no tenía nada por lo que preocuparme. Al rato de estar hablando, Roi se levantó y gritó.
-Señoritas, yo creo que es hora de que comencemos a dirigirnos a la pista de baile
-Pensé que no lo ibas a decir nunca (respondió Miriam encaminándose hacia la muchedumbre)
Fuimos todos detrás de ella y empezamos una fiesta de alcohol y baile. Tras un buen rato en el que Amaia y yo estábamos bastante borrachos empezamos a bailar más juntos. Podía notar como nuestros pechos se rozaban y nuestras miradas estaban clavadas el uno en el otro, ella subió sus brazos a mis hombros mientras yo los bajé a sus caderas y comencé a moverlos al ritmo de las canciones. Nos fuimos aproximando poco a poco, podía notar su respiración en mi cuello y como inició un cúmulo de besos y chupetones en él.
-Amaia- gemí
Tracé un recorrido desde su cuello hasta el bajo de su espalda con las manos hasta que comencé a notar como sus besos se dirigían a mi cara, dejé que continuará hasta que sentí que llegó a la comisura de mis labios y decidí pararla.
-Amaia (dije apartándola)
Clavó sus ojos en mí esperando a que continuase.
-No podemos seguir (afirmé intentando que no se notara mi nivel de excitación)
-¿Por qué? ¿Acaso no te gusta? (preguntó extrañada)
-No es eso.
-¿No te gusto?
-Tampoco es eso solo que...no puedo hacernos esto (dije tajante).
-¿Hacernos qué? (preguntó confusa)
Empecé a abrirme paso entre la gente para salir, cuando lo logré una voz femenina saltó detrás de mí interrumpiendo el silencio de la calle.
-¿Me piensas responder?
Continúe callado mientras ella repetía mi nombre y la misma pregunta.
-¡Joder Alfred! ¿¡Me puedes contestar de una puta vez!? ¿¡Qué coño te pasa!? (Dijo cabreada)
-¡Que no quiero liarme contigo y hacer como si nada hubiera pasado, porque eres más que un simple rollo de una noche, eres mi amiga!
Se quedó callada y yo continúe desesperado.
-¡Y tampoco me veo capaz de empezar algo contigo ni con nadie porque no puedo superarla, coño! ¡Me cago en todo!
Amaia se acercó a mí, se limitó a mirarme a los ojos y seguidamente me abrazó. Comencé a llorar de dolor, de tristeza, de rabia y ella solamente se quedó ahí, conmigo, transmitiéndome seguridad y paz. Posteriormente se separó y empezó a hablar.
-¿Estás mejor? (preguntó serena)
-Si (respondí quitándome algunas lágrimas de la mejilla)
-Volvamos a casa (dijo ofreciéndome su mano)
La agarré y comenzamos a andar. Tras haberlo meditado, de golpe, la suelto en medio de un parque.
-Creo que es hora de que te explique varias cosas sobre mi pasado
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Volver a empezar
Hayran KurguAlfred, un muerto andante en una vida que dejó de tener sentido para él hace mucho tiempo, toma una aventurada decisión que cambia su vida por completo. Además, conocerá a gente que le ayudará en este cambio tan intenso.