Partes: Capítulo único.
Parejas: Emma x Norman. Emma x Ray.
Advertencia: Spoilers del anime y del manga. Demasiado Ooc.
Nota del autor: Aquí estoy quebrando mi corazón con todo este arco. Y no mames ¡ya salió Capitana Marvel!
[Eran promesas imposibles, pero esas eran las mejores...]
Eran niños nacidos en un mundo donde el amar era una pena de muerte, la palabra prohibida y la que no se podía escribir en puño y letra. En cambio su mundo era la sobrevivencia a toda costa para evitar ser servidos en bandeja de plata con esa asquerosa flor de pétalos rojos enterrada en su corazón. Un platillo premium para esos seres devoradores de carne humana.
Venían del mismo asqueroso mundo, pero eran tan diferentes, Norman era hijo del día y Ray un niño de la noche. Norman siempre fue un niño de palabras nobles, todo lo contrario a Ray que lo demostraba con acciones puras sin ninguna sílaba. Actuaban, reaccionaban e interactúan de manera distinta a su entorno a pesar de que fueron criados por la misma mujer, rodeados de hermanos en común y tener una idéntica rutina. Sin embargo ambos hacían promesas a las mismas personas.
A los cinco años el albino pensaba que era alérgico a Emma. Su corazón corría una carrera sin pedirlo, su garganta se secaba y sudaba frío cada vez que se acercaba, se lo dijo muchas veces a Mamá pero ella solo se reía un poco diciéndole que con el tiempo lo entendería.
A Ray se enrojecía de pequeño, no era por estar tanto tiempo bajo del Sol. Era por la invasión de su espacio personal de una cierta pelirroja de ojos de jade que tenía la costumbre de tomarlo de las mejillas causando explosiones fugaces en su pecho que lo distraían de controlar los colores de su rostro.
La primera promesa fue hacia Emma. El hijo del día le prometió estar a su lado. El hijo de la noche sello con palabras que un día le causaría las mismas incómodas reacciones a su rostro.
Ésta no fue una promesa, solo fue una declaración entre dos rivales amistosos al momento en que sus sentimientos por la misma niña de cabellos naranjos fue revelado. Que ganara el mejor.
Su segunda promesa en común fue hacia su madre. Norman siempre amo a Mamá desde que solo era un niño, prometió amarla de aquí hasta la eternidad. Esa promesa se hizo pedazos al descubrir la verdad del orfanato y ver las amargas lágrimas de los ojos angustiados de Emma. Y Ray le había prometido lealtad a esa despiadada mujer que le calzaba al dedo el término de bruja, un demonio que vive a costa de la vida de niños ingenuos e ignorantes. También la rompió para asegurar la libertad de sus mejores amigos.
La tercera promesa fue para Gilda y Don. De que se hablarían con sinceridad de ahora en adelante para asegurar una vida juntos a las afueras de la granja que condenaba a sus corderos. Pero la diferencia fue que Norman lo habló, lo expresó en su forma más limpia pero Ray se tuvo que tragar sus palabras y solo fue a realizarlo con sus acciones.
De ahí en adelante las cosas empezaron a caerse. Todo se rompió cual hoja de papel bajo la inminente lluvia ácida. La muerte de Norman fue el detonante para la poca voluntad que tenía Ray, fue la explosión que impulsó la valentía de Emma que lo convenció de seguir adelante a pesar de que su querido amigo ya no formaba parte del juego.
Seguir adelante es duro, aceptar la muerte lo es más. El problema de la muerte no es la persona que se va, si no la gente que se queda atrás, llorando la pérdida.
La cuarta promesa fue hacia Phil. La única vez que usaron las mismas palabras, que volverían por él y los demás niños que no habían podido realizar el escape en ese entonces. Fue la promesa que cumplieron a toda costa aún si pudiesen ser capturados.
Aún si sabían que sería imposible.
Qué tal vez asegurarían su muerte en la línea de fuego.
Pero eso era lo que esa loca de ojos verdes quería, la locura le afecto la cabeza en proporciones que Ray aún no alcanzaba a comprender, pero accedía para obtener ese conocimiento que tal vez nunca llegaría.
Pero el haría locuras por Emma, cubriría sus manos de sangre solo por ella, por eso la apoyaba en la infantil idea de un mundo para los humanos y los demonios que no devoraban seres humanos.
[•••]
Era hermoso. El Sol saliendo entre el follaje verde de los numerosos árboles que lo coronaban, esa estrella nunca se había visto tan hermosa a sus ojos. Su luz le cegaba y le recordaba que por primera vez en su vida saboreaba el éxtasis de la libertad. Y se olvidó de la granja, de Isabella, de los demonios y la regla de guardarse sus sentimientos en una caja imaginaria.
— Estamos afuera, ¡Somos libres!— gritó Don en su emoción cargando en brazos a su hermana de lentes, que chillo del susto.
— ¡Don, baja a Gilda!
Los niños se abalanzaron encima de los dos haciendo que se cayeran y se llenaran de tierra.
— ¡Son muy pesados! — se quejó uno de los niños que se encontraba en medio de los cuerpos amontonados.
— ¡¿Me estás diciendo gordo?!
— ¡No!
— Entonces me estás llamando mentiroso.
— ¡Deja de torcer lo que digo!
— Es muy bonito — comentó Anna viendo el evento más natural del mundo. E ignorando el caos de sus hermanos.
— Sí, lo es — concordó el pelinegro mirando a Emma que sonreía como solo ella podía hacerlo. Era bonito verlas respirar, bonito era su voz llamándolo y sería bonito cuando ella llegara a la vejez sin ningún arrepentimiento, en su libertad.
Detrás suyo observó la ilusión de Norman, sonriendo. Y se aferró a la última promesa.
Proteger a Emma aunque eso le costase la vida, no solo por qué era la última voluntad de su mejor amigo. Era porque por el amor que le profesaba a la chica de cabellos de primavera.
Protegerla era su última promesa en común.
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Últimas promesas | The Promised Neverland
Short Story[ O N E - S H O R T] ❝ Las promesas que hacían eran imposibles. En especial las últimas. Pero esas eran las mejores. ❞ [✓] Idea mía. No copias ni adaptaciones. [✓] Créditos al autor de la imagen de portada. [✓] Créditos a Kaiu Shirai y Pozuka Demis...