🥀 Y el mundo se acabó 🥀

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I Fell In Love With The Devil, Avril Lavigne



Disparos y rosas hacen una pócima mortal
Corazones rotos explotan en emociones peligrosas
Ositos de peluche y cartas con «lo siento» no solucionan las cosas
No me entierres vivo
Dulce conversación de coartada
Pero no puedo frenar la adrenalina
Y no puedo renunciar a ti
Aunque sé que no eres bueno para mi.





* 🥀 *





Un paso tras otro, sus pies y piernas ya estaban cansadas, pesaban después de toda una tarde bajo el sol de verano recorriendo calles céntricas para encontrar un lugar donde alguien pudiese tomarlo de empleado al menos por tan solo un par de horas. Cualquier cosa era bien aceptada con tal de ganar algo de dinero y pagar con dificultad las ya atrasadas deudas del hospital donde su madre daba sus últimos respiros.

La piel de JongIn con cada hora de la tarde que avanzaba, más se doraba, el bloquedor evitaba quemaduras pero no el color en realce. Los destellos del sol ardían fuertes en las cabezas de todos los transeúntes, recordándole lo doloroso que era intentar sobrevivir año tras año en el infierno llamado Tierra. Un cuarto de siglo para él se sentía ya toda una hazaña, y sin embargo tenía que continuar adelante aún cuando algunos días sólo quería huir de esa responsabilidad y no aparecer nunca más por el hospital.

Pero claro que no podía. Aún si a su madre le quedaban cientos de suspiros débiles día tras día, tenía que permanecer un poco más. Ella podía verlo, le sonreía con sus comisuras flojas y los ojos entrecerrados, y él conteniendo las lágrimas de impotencia, pensando en cuánto la amaba pero también en lo mucho que anhelaba que todo eso se acabase, por igual le sonreía.

Al final del día, todo lo que importaba era el «mi niño hermoso, sé feliz».

Tal vez sólo era cuestión de pocos meses más, para que esas palabras tomasen todo el significado del mundo. Cuando ella ya no estuviese. Cuando le tocase como tanto había deseado egoístamente, estar solo para encargarse de sí mismo y nadie más.

***

Cruzar calle tras calle ya no tenía el mismo sentido de antes. Las avenidas seguían la misma dirección, los autos se dirigían hacia el mismo lado. El único que miraba hacia atrás, el único que creía estar encerrado en una burbuja que pronto reventaría, era él.

El único que cruzaba la calle sin mirar hacia el lado correcto, también era él.

Y claro que la avenida era un desastre de autos yendo a toda velocidad en plena mañana, arrancando, acelerando y frenando de golpe violentamente, cuando todo lo que JongIn hacía era simplemente quedarse quieto a mitad del asfalto, observando al joven en el semáforo de la esquina siguiente, quien le devolvía una oscura y fija mirada de regreso.

Jamás había visto el aura de alguien, pero el blanco de la piel se volvía una especie de camuflaje entre la primera nevada del invierno que descongelaba con velocidad, su corazón detenido a mediados del húmedo verano, allí donde sus lágrimas habían hecho ríos de tristeza pensando a su madre, echándola de menos, culpándose de no haber encontrado un buen trabajo para llevarla a una clínica mejor, de haber sido egoísta al tener momentos de pensamientos oscuros, donde estar solo se proyectaba mucho mejor que viviendo por alguien más.

La bocina del auto retumbaba como el tronar de una violenta tormenta, y el conductor lanzaba insultos cual granizo, pero su audición se acababa de desconectar de ese mundo, y todo lo que oía eran las brasas ardiendo en un infierno muy cercano.

Entre el Cielo y el Infierno (KaiSoo/OneShot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora