14. Café y pan

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—Perro, despiértese , ¿No le dará los buenos días a su princesa? —me despertó Martín quien buscaba entre mi maleta desde muy temprano en mi habitación.

—Lárguese, no se que buscaba pero ahora no se lo prestaré —dije más dormido que nada y me volteé hacia el otro lado impulsando mi brazo para aventar una almohada.

—Ya me callo, pero no negaré que ayer se les veía muy felicillos, ¿O me equivoco? —volteó a verme con una corta sonrisa para continuar en lo suyo.

—Bueno, eso que ni que, las cosas han mejorado —contesté con una sonrisa más para mi mismo pero con los ojos aún cerrados.

—Me alegra, y algo me dice que la tendremos por aquí más seguido, me tiene con la intriga. —agregó mientras colocaba una camisa de rayas azules y rojas sobre su hombro para después abandonar mi habitación.

Al quedar en silencio nuevamente, pero ahora, gracias a mi hermano, sin sueño, tomé mi celular para escribirle a Nathalia y preguntar si vendría hoy, coloqué mi móvil sobre la mesita de noche para después dirigirme a la cocina, tomé una taza y mientras me disponía a preparar mi café, Isaza iba saliendo de su habitación bastante arreglado y perfumado, suponía iría a recoger a su novia Andrea al aeropuerto.

—¿Y ese milagro que tan temprano ya anda despierto? —preguntó al verme, a lo que contesté.

—Martín —asintió con la cabeza, pero yo no lo dejaría así —¿Y ese milagro que usted esté bañado?

—Voy por Andy, sobre eso, ¿Hoy viene Nathalia? Ayer pude notar que soy un excelente consejero, bien por usted que decidió hacerme caso aunque fuera por una vez en la vida.

—Bueno, solo fue el empujoncito que me faltaba pero tampoco se lleve todo el crédito.

—Como diga, me voy, no queme nada. —agregó mientras salía del departamento acomodando su sombrero.

Mientras servía mi café no podia evitar no pensar en Nathalia, ya se había hecho costumbre nuestra compartir un café cuando queríamos hablar o simplemente la estábamos pasando bien.

Café con leche cuando quería reflexionar sobre algo, café con azúcar cuando estaba triste y café puro cuando estaba alegre, leerla me era cada vez más fácil, amarla ni se diga, pero esta vez llevaría las cosas con calma, enserio la quería en mi vida y no podía permitirme más errores.

Estaba sumido en mis pensamientos mientras tomaba de mi taza con los antebrazos apoyados en la encimera y la mirada absorta en realmente nada.

Pude escuchar las risas de Martín corriendo por el pasillo hacia la cocina con un Juan Pablo molesto detrás.

—Simón controle a su hermano porfavor —dijo cansado mientras tomaba asiento y tallaba sus ojos.

—¿Qué se le puede hacer a un Martín madrugador? —contesté.

—Ay, pues acostúmbrense que vivirán conmigo los próximos 2 meses, así que se aguantan. —se quejó Martín.

—¿Acostumbrarme yo? Me vuelve a despertar y lo hecho a patadas del departamento, he dicho. —añadió Villa para después regresar a su habitación y cerrar la puerta con excesiva fuerza.

—Y usted, ¿Qué desayuna sin mi? — reclamó Marín mientras reía por la dramática salida de Villamil.

—Café, si quiere prepáreselo usted pero a mi ni me mire — repliqué con cierto enfado.

—Ay, bueno, iré a comprar un desayuno mejor y no espere que le invite, y tampoco se queje cuando mañana madrugue —agregó burlonamente mientras se colocaba sus tenis dispuesto a salir.

Aprender A Quererte · NathmonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora