11. Dulces sueños

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Dulces sueños

 

Este lugar es espectacular –dice Abril.

Estamos caminando por los pasillos laberínticos del primer piso, pasando el rato que queda hasta que empiece la fiesta en una de las discotecas de por aquí. Abril trata de mantener el equilibrio en sus tacones de aguja rojos, mientras que yo ya le he cogido el tranquillo a los negros y suaves zapatos de tacón que mi madre me había regalado. Pero, mientras que mi mejor amiga lleva un corto y ajustado vestido negro con un escote circular, mi vestido, largo hasta las rodillas, vaporoso y con un escote vintage con topos negros sobre la seda blanca me da el toque antiguo que tanto me gusta cuando lo veo en las películas. Mi maquillaje es más llamativo que el de Abril, que solo se puede apreciar un toque de brillo de labios y un poco de rímel que le da elegancia a su cara. Me ha costado toda la tarde encontrar el rojo perfecto para mis labios gruesos, y perfeccionar la línea negra por encima de mis párpados ha sido un suplicio, pero ha valido la pena todo el esfuerzo para conseguir los ojos de gato y la coleta alta sobre mi cabeza.

Pasamos por un pasillo forrado de pinturas. Dichas pinturas cuentan una historia, una historia que acaba con la sangre de una familia entera derramada en los sótanos de una gran catedral. Son dos bandos luchando a lo largo de las paredes, dejando rastros de sangre, de cuerpos y de armas pintados por una mano experta. Nos paramos ante una escena cruel, desgarradora y sangrienta donde un hombre en armadura se dispone a clavarle el sexto alfiler en el rostro del contrario.

Abril se estremece a mi lado.

—Que mal rollo, colega.

—Es bonito —respondo con voz serena.

Abril me mira con las cejas levantadas.

—Tienes un problema.

Me encojo de hombros y comienzo a caminar por el pasillo. Abril en seguida me alcanza.

Nuestros pasos resuenan por las paredes pintadas, produciendo una sensación aterradora.

—¿Crees que Lucas se fijará en mi esta noche en la fiesta? —La mira y me carcajeo al verla hacer una pose de modelo fallida.

—Sin duda, Lucas no podrá apartar la vista de ti.

—Eso pensaba yo —me rodea la cintura con el brazo y empezamos a dar saltos y a cantar Wrecking Ball hasta que escuchamos una sonora carcajada.

Nos paramos en seco y se nos borran las sonrisas de la cara cuando una chica con el cabello morado y repeinado con gomina sale de detrás de una columna de mármol. Sus labios pintados de rosa chicle se estiran en una sonrisa burlona y socarrona. Se lleva una larga uña negra a los labios mientras nos mira de arriba a abajo.

—Bueno, bueno. ¿Qué tenemos aquí? —Vuelve a soltar una carcajada y junta las largas piernas azuladas. Vuelve a hablar, y, esta vez, noto en su voz algo extraño—. ¿A dónde vais? ¿A una fiesta de disfraces horteras?

—Vamos a una fiesta —arremete Abril a mi lado.

La chica vuelve a soltar una carcajada.

—Dudo que en cualquier sitio os dejen entrar con esas pintas de fulanas.

Abro la boca con ira, pero la chica levanta una mano y me calla. Sí, me calla. Un torrente de reconocimiento me sube por el pecho. ¡Claro que esta chica es una de ellos! Mierda.

Mira por dónde me paso tu opinión —detengo la mano de abril antes de que llegue a su destino final. Mi agarre es tan fuerte que seguro que luego me gritará por ello.

Ever Dream [PARADA TEMPORALMENTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora