- Qué pasaba, Amaia, ya pensaba que no volvías hoy. Y yo que tengo tantos cotilleos para contarte antes de la cena. Ja Ja Ja
- Siempre estás igual. Antes de todo, ¿hubo mucho que hacer por aquí hoy?
- No, todo muy tranquilo.
- Eso está bien. Vamos a mi despacho y puedes empezar con los cotilleos.
- No, tu eres la que tiene que empezar. ¿Qué es eso de la amistad con el Alfred? Ya sabía que te gustaba, en realidad siempre bromeábamos entre nosotras diciendo que era por culpa de él que nadie te conocía novio, que estabas enamorada del soltero de oro. Pero no creí que le conocieras. Como nunca cuentas nada.
- Y no lo conocía. Hasta hoy. Pero lograron que aceptara dar la cara por el proyecto y eso nos viene genial.
- Vale, Amaia, pues no habrás visto las imágenes de vosotros dos en la tele, porque lo que comentaban todos los periodistas es que tanta complicidad tenía que venir de una amistad anterior. Y yo pensé que como hubo una época que te gustaba tanto, a lo mejor algún día le habrías conocido en persona.
- No, nos conocimos hoy.
- ¿Y que tal es? Bueno, además de guapísimo.
- Es un tío muy simpático, muy educado y gentil. Me ha caído muy bien.
- Nunca te había visto ese brillo en los ojos, Amaia, ¿no te estarás enamorando, no?
- ¿Estás loca? Si solo he estado con Alfred unas horas y ha sido trabajando.
- Es lo suficiente. ¿Y sabes? Te vendría genial. Encima que él tío está buenísimo.
- Definitivamente loca de atar. Bueno a ver si te controlas los ímpetus de lo bueno que está y todo eso, le invité a cenar con nosotros hoy.
- ¿Qué?
- El me invitó a cenar y yo le dije que no podía porque había quedado con vosotros y le dije que se viniera. Al principio dijo que no porque no quería que lo viéramos intrometido, pero como insistí dijo que le dijera la hora y el sitio que sí venía. Creo que se siente muy solo aquí por Madrid, todos sus amigos están en el Prats. ¿Crees que no les importa a los demás que Alfred venga?
- Seguro que no. Tu dile la hora y el sitio, venga llámalo ya.
- No le voy a llamar, le voy a mandar un sms.
- Que torpe, la pobre. Te pierdes unas oportunidades por ser torpe, que madre mía.
- No digas bobadas, venga todavía estoy esperando esos cotilleos.
- Uyyyy no sabes tu bien lo buenos que son.
- Empieza, mientras yo le digo eso a Alfref.
"Hola, hemos quedado en el restaurante chino en la calle al lado izquierdo de Cibeles, a las 21h30. ¿Sabes donde o quieres que te recoja? Amaia"
Inés le quitó el móvil antes que le diera tiempo a Amaia de borrar el mensaje y lo leyó.
- Inés, tía, ¿qué haces?
- Ver lo tonta que eres. Este mensaje tan frío ¿que se supone que es? ¿De verdad que no logras ser más cariñosa con el chico?
- No te metas en mi vida, te lo vuelvo a decir. Y que sea la última vez.
- Vale, era una broma. Venga te cuento. Te acuerdas que nos fuimos el otro día al casino a ver a una chica misterio que canta allí ahora. – Amaia empezó a sentir que se le subían los colores.
- Sí, me acuerdo.
- Ahora no es que el Antoñito, nuestro Don Juan se nos ha enamorado de la cantante misteriosa, Se va allí todos los días que ella canta, intenta hablar con ella que no recibe a nadie. Ya le dijimos que eso es una tontería pero creo que el chico está hasta las trancas.