-Así pues, el trato es sencillo.
Su interlocutor asintió, y ambos hombres se alzaron.
Matthew Clover tomó la caja de puros, extendiendo uno a su compañero, un hombre de unos cuatro años más que él, ricamente vestido, que lo tomó. Los encendieron, aspirando sus ingredientes, y luego, el mayor se aclaró la garganta.
-Por supuesto, absolutamente ninguna de sus pesquisas sobre mis negocios saldrá bajo ninguno de los conceptos a la luz, una vez atados todos los cabos.
-Y no sólo eso. –aclaró Matthew- Me tendrá como aliado, y, créame, eso es algo que muchos como usted agradecen. Hoy en día, a la nobleza no le gusta mancharse las manos.
-No estamos tan cubiertos como antes. –reconoció el mayor.
-Desde luego. Pero los que nos hemos forjado un futuro con nuestras propias manos y trabajo duro tenemos muy claro que, a veces, hemos de hacer cosas terribles para alcanzar nuestras metas. Y se lo aseguro, el que diga que lo lamenta, miente descaradamente.
El mayor asintió, pensativo. Aún podía echarse atrás, se decía. Pero sabía que no lo haría. En el fondo, le importaba demasiado su puesto en la Cámara de Lores, su reputación, sus negocios.
-Qué es una hija, a cambio de mantener el poder. –murmuró Matthew, como si hubiese adivinado sus pensamientos.
El hombre respiró profundamente.
-Si tan sólo me pidiese eso... -susurró.
Matthew le puso una mano en el hombro, en actitud conciliadora.
-Por lo que sé de su hijo, lo único que le interesa del título de Duque es poder seguir viajando y estudiando. Dudo que le moleste no tener que ocupar su puesto en la Cámara tras su muerte.
-Siempre detestó la idea. – confirmó el hombre. - Pero sería un político maravilloso.
-Me aseguraré pues de tenerlo de mi parte, llegado el momento.
La sangre del Lord se congeló en sus venas ante aquellas palabras, pero cuidó que no se notase. Llamó a un criado, que acudió presto.
-Avisa a Sophie de que queremos verla, y trae tres copas de licor. Tenemos mucho por lo que brindar.
Instantes después, una muchacha de cabellos dorados y ojos oscuros llamó a la puerta, esperando pacientemente tras ella. Cuando se abrió, el hombre le tendió la mano, sonriendo.
-Sophie, mi niña, acércate. Hay alguien a quien debes conocer.
Con la mirada baja y empañada, incapaz de mirar al hombre que les acompañaba en el salón, la muchacha, de no más de dieciséis años, se colocó junto a su padre.
-Te presento a Matthew Clover. Tu futuro esposo.
Ella fue incapaz de moverse. Simplemente, se mantenía junto a su padre, suplicando a quien pudiese oírla que la librase de aquel sinsentido.
Matthew se acercó a ella, alzando su rostro con suavidad, agarrándola por el mentón.
-No te preocupes, querida. Me aseguraré de que lleves una vida aún mejor que la de nuestra Reina, tras nuestra boda.
La pesada caída de una levita de paño llamó la atención de los tres.
En la puerta, Eric Pendleton observaba la escena, con una expresión consternada que se tornó iracunda al ver los ojos llorosos de su hermana, pidiendo ayuda en un silencioso grito.
Sentado al piano del Salón de Música de Palacio, Even añadía más notas a su nueva composición.
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Alma Lyrica, Libro Cero - Even Clover.
RomanceTodo cuanto necesitaba, era la Música. Era el mantra casi constante, tatuado a fuego, que Even Clover, el joven y prometedor músico de una anacrónica Corte Inglesa, se repetía cada día. Su vida transcurría entre notas, banalidades y cortesías, hast...