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Los pasos a seguir eran bastante claros y ya estaban pautados entre ellos. En realidad, entre Yoongi y Namjoon, puesto que la opinión de Jimin era más que irrelevante en la situación en la que se hallaban. Aquello le hizo meditar cuán poco prescindible era realmente su presencia en la vida de los demás.

Ambos amigos se irían a Estados Unidos a casa de un amigo en común. Cómo Namjoon dejaría a Jin, él no lo comprendía, pero eso ya no era asunto suyo. Por lo que Jimin bajó la mirada y se dedicó a jugar con los hilos del sofá, absorto en su propio mundo.

Fue allí cuando Yoongi se sentó a su lado, la delicadeza en cada una de sus acciones siendo similar a la de un adulto tratando con un niño. Era incapaz de decidir si aquello lo hacía sentirse mejor o peor.

-Jimin... -habló el de cabellos mentas, sus ojos nobles y oscuros buscando su mirada cabizbaja. No se lo hizo fácil, pero terminó con esta fija en la suya de todas formas-. Hey, Jimin, no te sientas mal por esto. Sabes que no dejare de ayudarte.

-Tendrás que irte -odió lo débil que salió su voz, algo ronca y es que llevaba días nada bien; aquello afectaba hasta su salud, porque ésta ardía y demasiada-. Se que debes hacerlo...

Jamás criticaría esta decisión. No lo debía nada, y lo mejor era que el hombre se alejara de Corea; no quería descubrir de qué tanto era capaz el esposo de Suran, y por la forma de hablar de ambos chicos frente a él, supuso que era acertado no querer hacerlo.

La mano pálida de Yoongi alzó su mento, sujetando el mismo con una delicadeza que cualquiera envidiaría, y Jimin apreciaba.

-Vente conmigo. Es lo mejor, ¿No te parece? Tanto tú como yo estaremos muchísimo mejor lejos de todo esto.

Ignoró la mirada alarma del de cabellos púrpuras cerca del sofá de enfrente, concentrándose únicamente en buscar cualquier rastro de mentira en el rostro frente al suyo. Pero era tan genuino que Jimin quería lanzarse a llorar.

-No quiero ser una carga...

-Oh, no eres una carga. Jamás lo has sido, ¿Quién te mintió así? -musitó con una mueca, acariciando la piel de su mentón-. Te juro que no lo hago por lástima. De verdad me gustaría que fueras conmigo.

Cada palabra daba en el clavo, certera en cada una de las inseguridades que habían sido sembradas en Jimin en los últimos meses -o quizás desde antes. Aún así, no lloró. Al menos eso pudo hacer bien, y era lo importante.

-Me lo voy a pensar... -fue su escueta respuesta, orillado en los deseos de lanzarse al pecho ajeno a sollozar en catarsis por lo ofrecido.

Se excusó para tomar agua, dándose oportunidad para meditar su entorno. ¿Estaría bien alejarse de allí, de todos los recuerdos, de Jungkook? Aquello hacía que su pecho doliera y el miedo de no volverlo a ver se apoderara de todo él.

Mientras vertía el líquido en su garganta, unos pasos largos le llamaron la atención. Debían pertenecerle a Namjoon, y no se equivocó, allí estaba.

Nuevamente sintió una extraña incomodidad. Namjoon había sido tan amable con él, hasta el punto en pensar severamente que le atraía; aún recordaba con amargura sus primeras interacciones. Eso solo le hacía quererse ir del nido de dichos recuerdos con más fuerza.

Namjoon tenía sus brazos cruzados a la altura de su pecho, su rostro, antes tan afable, firme en una mueca tensa e inmóvil. -No sé qué juego intentas llevar con Jungkook y Yoongi, pero no me agrada nada.

Sus palabras casi le hicieron devolver el agua, casi.

-¿Crees que estoy utilizando a Yoongi? -no hacía falta que lo afirmara, Jimin lo sabía-. Pensé que eras inteligente, pero se nota que solo sabes llegar a conclusiones tontas.

JUEGO TÓXICO | kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora