Capítulo 2

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Laura tiembla ante la puerta, pero llama entre suspiros.


El pasillo de aquel edificio viejo de la calle Esquivel se encontraba totalmente en silencio. El suelo decorado y enmoquetado con una alfombra de largo tamaño y estampados, la pared de color claro con marcos de madera oscura y fotos de distintas zonas de Madrid en blanco y negro.Nadie parecía responder a la puerta, pero miedosa Laura insistió golpeando con los nudillos. Se atrevió incluso a pegar su oreja a la puerta intentando escuchar algo... pero el silencio abundaba."No hay nadie" se repitió una y otra vez. Metió la mano en su bolsillo y comprobó la dirección que días atrás, antes de su viaje, Isabel le había dado.―Viviré en esta dirección, espero que vengas a visitarme alguna vez.Recordó con facilidad la voz de su amiga y la pena volvió a inundarla. Insistió nuevamente en la puerta, pero la esperanza de que se abriera se tornó completamente nula.La idea de que los padres se hubieran marchado tras el funeral se apoderó de ella y decidió volver otro día.


***

Los días de lluvias se alargaron más de lo previsto. Las luces de las clases se encontraban encendidas aquel 20 de febrero, día que Laura empezaba las clases. Se tocó el pelo y con el brazo izquierdo sostuvo una carpeta de color roja comprada el día anterior en una papelería cercana. Caminó con decisión aunque muy nerviosa... volver a las aulas nunca había sido su objetivo.Con paso firme pasó por la puerta cerrada del baño de chicas y evitó mirar, aunque su mente imaginó el cordón policial y la multitud amontonándose cerca.Acompañada del sonido típico de los pasillos de instituto, llegó a la puerta de su clase: 2ºB.Entró y miró varios rostros. Un chico moreno al fondo, un grupo de chicas hablando sobre un tal Marcos y varios leyendo o mirando hacia el suelo.Laura sostuvo con fuerza su bandolera y anduvo entre las mesas de color marrón, sentándose con timidez junto a la ventana del final de la clase, en una de las pocas mesas vacías.―Perdona, este es mi sitio, la gente nueva se sienta allí.Una chica algo antipática la miró de pié junto a la silla señalándole una mesa en primera fila pegada a la pared.Sin decir una palabra, Laura volvió a colgarse su bandolera del hombro y tras un "Gracias" malhumorado de aquella chica pelirroja, se dirigió a su nuevo sitio.La mesa estaba garabateada completamente, dibujos de profesores con cuernos varios, nombres de relaciones pasadas y el nombre de "Isabel" que se le mostró como una revelación en una pequeña esquina.Laura repasó el nombre con los dedos y sintió que estaba en el lugar adecuado para descubrir lo que pasó.


***

Los nudillos volvieron a golpear la puerta de aquel apartamento, un día después de la anterior visita y con el mismo resultado.Nadie parecía vivir allí. El pensamiento de Laura comenzó a divagar entre posibles razones: una mudanza inmediata, un posible regreso a la antigua casa, o una alocada fuga para salir de aquella pesadilla... los padres de Isabel tenían infinitas posibilidades y motivos para no estar tras esa puerta.Pero Laura insistió por última vez y de repente la puerta etiquetada con la letra B se abrió, dejando salir pausadamente a una señora de pelo canoso y visón oscuro. Una vez en el descansillo lo revisó todo desde el umbral. Cerró la puerta con fuerza y por último echó llave.Comenzó a andar, pasando junto a Laura, arrastrando cada paso por la moqueta, con una respiración entrecortada y una mirada algo perdida que por un segundo la enfocó.―Hace días que ahí no vive nadie señorita. La dueña murió, era estudiante...La voz de la mujer era completamente ronca y entre suspiros dio toda la información.―¿Y el resto de la familia? ¿Sabe si se han mudado?―No querida, creo que se equivoca de piso, aquí solo vivía una chica de pelo rubio, nadie más ha entrado o salido de esta casa... Vivía completamente sola.Muchas veces venía a mi casa a hacerme compañía y hablábamos tomando el té.La señora dibujó una media sonrisa en su rostro y tras un "Buenos días" prosiguió escalera abajo con toda la velocidad que sus delicadas piernas le permitían.En mitad del pasillo, con la mano abierta tocando aún la madera de la puerta se encontraba Laura, que cada vez estaba más segura de no entender nada.Sacó aquel papel arrugado con la dirección de nuevo, y se aseguró de encontrarse en el piso y la letra correcta.Si Isabel vivía allí sola, le había mentido... ¿Intentaba ocultar algo? ¿Dónde estaban sus padres?

Secretos que jamás contaste - Isaias CortejosaWhere stories live. Discover now