Nish.-
Mis piernas estaban temblando ligeramente. Mi corazón estaba haciendo acrobacias dentro de mi pecho. Mi cabeza daba vueltas y un incesante hormigueo se había hecho presente en las puntas de mis dedos. Me iba a desmayar, estaba segura que pronto mi cuerpo iba tocar el suelo húmedo.
—¿Podrías ya quitar esa cara, por amor a Dios y a todo lo bueno sobre la Tierra?—enarqué una ceja y miré a Abby que se encontraba atentamente observando como Erick y Noah hacían un intento por jugar fútbol.
—¿Qué cara?—cuestioné en voz baja. Gabbe me miró un segundo, sonrió y llevó su vista de nuevo a los chicos.
—Esa cara de tonta enamorada que tienes desde que volvieron del bosque...—se quejó mi mejor amiga y me miró—Es decir, estoy realmente muy contenta por ti, Nish. Pero empiezo a pensar que tu rostro se congeló—me reí.
—Está todo bien con mi rostro—protesté de inmediato.
—Yo también estoy muy feliz por ustedes, Nish—anunció Gabbe posando sus ojos azules en mí.
—Muchas gracias.
—Me da mucho gusto ver feliz a Er. Merecen ser felices estando juntos—sonreí.
—Gracias Gabbe.
El resto del día había pasado de manera estupenda. Abby, Gabbe y yo nos habíamos unido al partido improvisado de los chicos, yo había hecho de árbitro -dado que carecía de sentido de la coordinación y me era un poco difícil mantener mis pies detrás del balón sin pisarlo y romperme un brazo, una pierna o el cuello en el intento-, sólo que de árbitro; lo había hecho todavía peor. Erick y Gabbe terminaron ganando el partido, y es que ellos, observándolos en constante movimiento parecían estar conectados entre sí, se movían con tanta agilidad y determinación que casi había jurado que en algún momento –causado por mis principios de ceguera- hubiese jurado que dejaban una débil estela de luz a su paso; que era casi imposible que Noah y Abby hubieran tenido una oportunidad por lo menos de pasar la pelota por en medio de los dos rocas que fungían como porterías improvisadas.
Yo me había mantenido observando el partido tratando de hacer lo mismo que aquellos hombres que vestían de negro en los partidos de fútbol, pero por supuesto, yo no les había llegado ni a la suela de los zapatos, así que había permanecido en silencio cuando las rodillas de Abby habían tocado el suelo, cuando el cuerpo de Noah cayó en un charco de barro, cuando Abby jaloneó de la camisa a Erick y este cayó de espaldas riendo a carcajadas e incluso cuando Gabbe había tomado con las manos el balón y se lo había votado a Noah en el estómago, cuando este por "accidente" tironeó de su cabello para distraerla. Abby se había reído tan fuerte de eso, que el partido había finalizado con mis amigos revolcándose entre sí y carcajeándose.
Me senté sobre el pasto mientras los observaba fijamente terminar de limpiarse el barro de la ropa y tratando de recuperar el aliento. Erick caminó en mi dirección con una pequeña sonrisa en los labios, se sentó a mi lado, besó mi mejilla tiernamente y entrelazó nuestros dedos provocándome esa tan familia ya sensación abrumadora.
—Hubieras sido una estupenda jugadora—anunció con una linda sonrisa que hizo que mi corazón se derritiera en menos de una fracción de segundo.
—¿Qué?—me reí—si hubiera jugado probablemente en este mismo momento estaríamos visitando el hospital con alguno de mis huesos rotos. O tal vez con todos...—rio.
—Lo digo en serio.
—Yo también hablo muy en serio—le dije.—Tampoco fui de ayuda como árbitro.
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EL ÁNGEL GUARDIÁN|Erick B. Colón.|Completa.
FanfictionLA CURIOSIDAD NO ES BUENA CUANDO ERES UN ÁNGEL GUARDIÁN.