Epílogo

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–¡Emma! –Gruñó Freddie desde la cocina.–¡John, dile algo!

–Solo rayó un poquito las paredes, cariño. –Traté de calmarlo, porque el que luego sufriría las consecuencias sería yo.

–¡Ve y distráela de una vez! –Me gritó. Tragué saliva y me levanté del sofá para dirigirme adonde se encontraba mi pequeña hija de dos años.

–Ven aquí amor. –Le hablé suavemente y Emma se acercó a mí a pasos torpes y con una gran sonrisa. La esperé con los brazos abiertos y cuando se abalanzó sobre mí la levanté y le hice dar un par de vueltas en el aire. Mi hija se carcajeaba y pataleaba divertida. La llevé hasta la alfombra de la sala de estar y tomé su juguete favorito, un suave oso de felpa.

Comencé a jugar con ella hasta que se cansó y se durmió en mis brazos, apagué el televisor y la acosté en el sofá.

Fui hasta la cocina sigilosamente y abracé a Freddie por la espalda. Apoyé mi mejilla en su hombro izquierdo.

–No la habrás dejado cerca de los crayones de nuevo, ¿verdad? –Me miro con los ojos entrecerrados.

–Está durmiendo, y no. Tranquilo. –Besé su rostro varias veces hasta que soltó unas risitas.

Me separé de él y lo tomé de las caderas para darlo vuelta y apoyarlo contra el mesón de la cocina. Planté mis labios sobre los suyos y le di un profundo beso, tranquilo, pero lleno de amor.

Pasamos todo el día juntos y cuando nos vamos a acostar, alzo a Emma y la llevo a nuestra habitación, donde la pongo en medio de Freddie y yo, y en su cara dormida se forma una sonrisita.

Me despierto en la mañana, con pequeños rayitos de luz de amanecer traspasando la ventana, iluminando a las dos personas que me hacen feliz, y a las cuales amo incondicionalmente, con cada centímetro de mi alma y corazón.



Muchísimas gracias a las personas que apoyaron esta historia, se merecen el cielo. ❤️

Rayitos de Sol (Deacury)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora