Carta I.
Querido A:
Acabo de encontrar una foto antigua, de hace ya varios años. Tú apareces en ella. Estás sonriendo, y he sonreído como una tonta a este estúpido papel. La foto estaba rota, recuerdo haberla partido a la mitad aquel dia en el que la rabia se apodero de mí.
Ni siquiera sé por qué he empezado a escribirte esto, porque nunca voy a enviarte esta carta. He pensado que alguien, aunque fuera un trozo de papel, debía saber nuestra historia.
Pero tú nunca recordaras esta historia, porque ni siquiera la conoces. Tú ni siquiera sabes quién soy.