Para cuando Dylan volvió a la mesa de Steven Parker con los whiskys, Louane estaba delante de ellos. Parecía algo molesta, con los brazos cruzados y expresión sería que no tenía nada que ver con el ambiente del club. Todo el mundo aplaudía la actuación que acababa de terminar, incluso Steven y su hijo, pero Louane no.
–¿Por qué no te sientas y hablamos más tranquilos?– Logró escuchar Dylan al acercarse lo suficiente.
–No hay nada de que hablar.– Dijo ella.
–¿Para quien son los whiskys?– Preguntó Dylan.
–Para mí y para el chico.– Dijo Steven.
–¿Para él?– Dijo dejando ambos vasos en la mesa.
–Tengo edad de sobra para beber. ¿Quieres el carnet?
–No hace falta.
–¿Y tu tienes edad para servir bebidas alcohólicas?
–Alex, ya basta.– Le dijo su padre.
–¿Está todo bien?– Le preguntó Dylan a Louane antes de irse.
–Si, Dylan. No pasa nada.
Dylan volvió a la barra, pero no dejó de prestar atención a la mesa de Parker en ningún momento de la noche.
Estuvieron hablando durante bastante rato, pero pararon antes de el club se cerrara, lo que fue sobre las dos de la mañana.
–Bueno, has sobrevivido a tu primera noche.– Le dijo Aaron a Dylan cuando todo el mundo se fue y el equipo de camareros le aplaudió un poco.
–Desgraciadamente, es tu noche de novato.– Le dijo Noah.
–¿Desgraciadamente? A mí me encantan estas noches.– Dijo Janet.
–Ay, Janet. Pobrecito.
–¿Qué es la noche de novato?
–Normalmente, todos nos quedamos a recoger, pero por ser el novato, te toca hacerlo solo.– Dijo Aaron lanzándole unas llaves.
–¿Estas de broma?
–No. Esa es tu copia de las llaves del local.
–Pero...
–No te preocupes, las chicas aún no se van. Y recuerda: cuanto antes empieces, antes terminarás.
–Nos vemos mañana.
Todo el equipo de camareros y barmans se fue dejando solo a Dylan, vestido de chándal aún con la raya hecha y sin saber por donde empezar.
Para cuando las chicas salieron, Dylan había barrido todo el local y había recogido las sillas sobre las mesas, así que ahora estaba recogiendo la barra. Muchas salieron casi sin despedirse de Dylan, entre las cuales estaba Tina. Pero por suerte, no todas eran iguales.
Brook fue de las últimas en salir y la única que se quedó con Dylan. Se sentó en un taburete y dejó su mochila en la barra antes de hablar con él.
–¿Qué tal tu noche, Kansas?
–Estoy agotado. ¿Y tu? ¿No quieres apuntarte los pies después de estar toda la noche bailando sobre los tacones?
–Tengo años de práctica.
–Te mueves bien, eh.– Dijo bajando la cabeza para que no notara que se había puesto rojo.
–Y tu. Te he visto y no se te ha dado nada mal, ¿sabes?
–Gracias.
–Aunque creo que la has cagado un poco con Steven Parker.
–¿Pero quien demonios es ese tío?– Brook miró la hora en su móvil y después asintió un par de veces como si aquel fuera un tema conflictivo.
–Steven Parker es... un empresario que tiene un club como el nuestro. El Gold Park. Bueno, en realidad el suyo es mucho más grande y ofrece más... servicios.
–¿Qué clase de servicios?
–No necesitas esa información. Pero si tienes que saber estudio derecho, y podría haber sido un gran abogado, por eso hay que tener cuidado con lo que se dice delante de él.
–¿Y por qué Louane hablaba con él?
–Lleva tiempo queriendo comprar el club. Expandirse y eso. Pero Louane no aceptará nunca.
–Eso dices tu...– Murmuró Dylan.
–¿Qué dices?
–No, nada.– Levantó la cabeza con una sonrisa.– Ya he terminado, ¿nos vamos?
–Espera un momento.– Dijo sacando un paquete de su mochila y se lo pasó.– Son toallitas desmaquillantes. No querrás que tu hermano te vea así, ¿no?
–No, no. Gracias.– Dijo mientras empezaba a quitarse el maquillaje.
–¿No vas a contarle en qué trabajas?
–De momento no. No quiero que haga preguntas, que lo cuente por ahí o... que quiera venir.
–En ese caso yo tampoco diré nada.
–Gracias, otra vez.– Se rió un poco nervioso.– Es que... no puedo creer lo bien que está saliendo todo. Es decir, llego a Nueva York, tengo un buen piso, buenos vecinos, encuentro trabajo y escuela para mi hermano... ¿Cuanto va a tardar en irse todo a la mierda?
–No va a irse nada a la mierda, paranoico. Anda, vamonos a casa.
Dylan terminó de coger sus cosas y después ambos se fueron cerrando el local. A pesar de ser las dos y media de la mañana, había ambiente en la calle. La gente iba y venía y el ruido de los coches, a pesar de no ser mucho, era notable.
Cuando llegaron a su edificio, Dylan abrió en silencio la puerta y vio que Nani estaba sentada en el salón viendo la tele.
–Nani, ya estoy en casa.– Dijo no muy alto y ella se acercó a la puerta.
–¡Hola! ¿Qué tal el trabajo?
–Bien. ¿Y Simon que tal? ¿Ha dado mucho la lata?
–No. Tu hermano es un cielo.
–Me alegro de que haya estado bien.– Suspiró tranquilo.
–Bueno, ¿nos vemos mañana?
–Te lo agradecería.
Nani se fue y Dylan entró hasta asomarse por la puerta del cuarto de Simon para verle dormido como un bebé. Al verle allí, dormido profundamente, se dio cuenta del sueño y el cansancio que tenía él, así que fue a su cuarto, dejó todas sus cosas a un lado y tras ponerse cómodo, se fue a dormir.
ESTÁS LEYENDO
Show me your burlesque
Teen FictionLa gran manzana puede impactar a todo el mundo, sobre todo a un chico de Kansas, pero cuando Dylan Mcall puso un pie allí, supo que nada iba conseguir devolverle a la antigua granja donde vivía. Sobre todo después de descubrir que es capaz de mover...