El líder y sus dos hijos caminaban desde el barranco acompañados de una ráfaga de viento que les abría paso hacia aquel pueblo escondido entre los arboles, compuesto principalmente de madera y trabajo duro. Hipo caminaba de vuelta a su casa rodeado de vikingos que ocasionalmente lo saludaban mientras se dirigían a realizar su labor.
Los niños entraron corriendo a la casa encontrándose con su madre que al parecer todavía estaba somnolienta. Ella igualmente les dio la bienvenida con un abrazo, -¡Mamá, mira mira mira!-, avisaba el pequeño Nuffink mientras le mostraba el cuaderno de dibujos que le había arrebatado a su padre, -¡Papá hizo otro dragón!
-Él dice que es un "Cremallerus"-dijo Zephyr esperando atentamente a una respuesta de su madre.
-Lo es-, afirmó Astrid, -Su padre sabe todo sobre dragones, él los recuerda muy bien y por eso sabe dibujarlos.
-Me alagas-, dijo Hipo anunciado su llegada y siendo recibido por su esposa con un tierno beso en la mejilla. -Buenos días.
-Buenos días- respondió Astrid, -¿Listo para un nuevo día?-, preguntó ella a su esposo recordándole que debe de ejercer su deber como líder; cosa a lo que Hipo respondió con un simple y tembloroso "no" causándole risa a Astrid.
Después de la mañana en familia, cada uno de ellos se fue realizar sus trabajos. Hipo iba al salón comunal a hacer su trabajo como jefe, fuera lo que fuera, Astrid se tendría que ir con él, siendo el caso de que Hipo necesitara apoyo. Los niños estarían bien siempre y cuando Bocón los vigilara (o los niños a él), por ende estarían en el taller siguiendo los pasos de su padre.
Zephyr y Nuffink caminaban hacia el taller en busca del sujeto de barba clara y extremidades intercambiables. Zephyr no olvidó llevarse con ella aquel grueso libro que confirmaba la existencia de las creaturas conocidas como "dragones". Los niños siempre encontraban algún tiempo libre para poder leerlo y descubrir cada vez más acerca de esas temibles e impresionantes bestias.
-¿Crees que la abuela nos enseñe algo acerca de los cremallerus, Zeph?-, preguntó el niño rubio a su hermana mayor.
-¡Puede que sí!-, afirmó la niña de cabello pardo rojizo, -Pero hay que pasar el día con Bocón, no queremos que se sienta solo...cuando se duerma escapamos y encontramos a la abuela, ¿está bien, Nink?-, sugirió Zephyr, a lo que su hermanito respondió asintiendo la cabeza.
Después de esa breve conversación en medio del pueblo llegaron al taller saludando a Bocón, quién ya estaba manos a la obra, y ellos empezaron a trabajar, -Como los viejos tiempos-, suspiró el hombre.
El día siguió como cualquier otro, Bocón y los niños trabajaban y los pueblerinos iban a reclamar sus encargos: escudos, espadas, hachas, etc. Inclusive llegaron Brutacio y Brutilda, momento justo para los niños para preguntar acerca de Eructo y Guácara; ellos afirmaron, pero terminaron discutiendo acerca de cuál cabeza es mejor, a pesar de que hablaban del mismo dragón. Luego de aquel cómico debate pasaron un par de horas y Bocón permitió a los niños descansar para que comieran y él pudiera dormir un rato. Los niños aprovecharon esta situación y se fueron a buscar a su querida abuela, sin antes pasar por algo de comer a su casa.
Los niños fueron más hacia el interior de la isla en dirección al bosque. Su abuela seguramente estaba ahí, a ella le encantaba estar ahí, ella siempre dice que se siente segura entre de los arboles y que se siente cómoda en medio de los arbustos y las flores.
La mujer se encontraba en medio del verde caminando con gracia entre la hierba; ella no solo andaba ahí porque sí, ella caminaba por el bosque en busca de las trampas de algún intruso. Ya había pasado una vez, mejor prevenir que lamentar.
-¡ABUELA!-, gritaron un par de niños que se adentraban en aquel lugar cubierto de colores verdes, rosados, púrpuras y celestes.
La mujer reaccionó al llamado y fue a su encuentro.
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HTTYD/CEATD: Dragones y Humanos
FanfictionEl líder del nuevo Berk, Hipo, junto con su familia, se enfrentará al mundo y a una nueva amenaza con la esperanza de que este cambie para que algún día en el futuro pueda volver a ver a su mejor amigo y volar con él otra vez.