Capitulo Tres.

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Robert no despego la mirada de la puerta cuando esta se cerró detrás de la mujer.

Dios. La noche de ayer se veía linda entre las sombras del local, ahora bajo la adecuada iluminación podía confirmar que era linda y sus ojos tan expresivos como unos niños en la mañana de navidad. Cuando llego hoy venía con toda la intención de entregar el bolso e irse, pero cuando apareció por esa puerta no pudo recordad cual era el propósito de esta reunión.

—Me dijo que no. —murmurando para sí mismo, no espero que el chico de la barra le respondiera.

—Pues sí. La jefa fue clara, corazón.

— ¿Sabes cómo...

— ¿Cómo lograr una cita? No, ni idea, desde que estoy trabajando con ella no la he visto salir con nadie.

—¿Así que esta...

—Soltera, así es.

—Interesante. ¿A qué hora cierran? —mientras el chico atendía a una pareja que recién entraba le señalo una pizarra donde estaban los horarios de trabajo. Ocho. Perfecto. — Dile a tu jefa, que vendré por ella a las ocho en punto, que no me conformare con menos que una cena.

Tomando la bolsa para llevar, Robert camina de vuelta a la oficina. La chica era linda y parecía encajar con su pastelería como si perteneciera ahí desde siempre. El local era muy hogareño, con madera en la barra y en las mesas, el resto estaba compuesto por colores tierra. Si, encajaba ahí.

No se considera a sí mismo un hombre que le interese ir detrás de una mujer, desde hace unos meses que termino una relación, no había vuelto a tener interés por el sexo opuesto. Sin embargo esa pequeña pelinegra lo llamaba como polilla a la luz y que decir que él no lograba conectar su cerebro con su boca, simplemente no tenía filtro cuando intentaba hablar con ella y sus oraciones no hacían más que carecer de sentido.

—No te hubieras molestado. —Estando perdido en sus pensamientos rápidamente se encontraba frente Pekerbell Segurity con Viktor frente a él, intentando arrebatarle la caja.

—No tan rápido. Esto es mío. —Esquivando a sus amigos se adentra a la que es su nueva oficina con Viktor caminando a sus espaldas. — ¿Ya todo está instalado?

—Si. Todo está organizado. Ya de hecho Derek empezó a trabajar.

—Perfecto. — girándose pregunta: — ¿Y tú que necesitas?

—Quería discutir algo contigo.

—Bien. ¿Qué sucede?

—Voy a tener que irme por unas semanas dentro de unas semanas. —Colocando unas carpetas sobre su escritorio, Viktor se reclina en el asiento frente a él. —Un viejo amigo necesita de mi ayuda con un trabajo de seguridad y quisiera que vieras estos archivos y me dieras tu opinión.

—¿Por qué quieres que yo los vea?

—Considero que me podrás dar tu honesta opinión al respecto. La hija pequeña de mi amigo fue quien se puso en contacto conmigo. Cree que están estafando a su padre.

—¿Crees que sea cierto? —Robert estaba seguro que Viktor tubo que hallar un patrón para tener sospechas.

—No lo se, es una niña, pero me parecio que había algo raro entre los papeles que me envio.

— ¿Quieres que solo yo me encargue de esto?

—No, puedes pasárselo a los chicos. Pero necesito discreción porque si es cierto... Hay mucho en juego.

—¿Dinero?

—Miles y millones. Más otras cosas.

Soltando un silbido de asombro, Robert observa a su amigo:

La amenaza más dulce.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora