Capítulo 23

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-Tienes la frente roja.

-Me he golpeado con la barra de ejercicios.

Dakota miró su perfil mientras conducía, con la cara tan seria y el ceño fruncido le recordaba al momento que lo había conocido, parecía tan lejano aquel día en el pasillo y recordarlo la hizo apretar los labios para ocultar una sonrisa, Jamie se dio cuenta y arrugó aún más las cejas pero no dijo nada durante el resto del camino, alguien que acababa de conseguir el trabajo de su vida debería lucir más feliz, o eso pensó ella; llegaron a Belfast al anochecer, Lorna los recibió entre abrazos y los condujo directamente al comedor donde disfrutaron una deliciosa y abundante cena, al acabar Jamie fue a dejar las maletas en el piso superior y su madre aprovechó para sacar una caja de juguetes viejos que le dio a Dulcie, incluía una colección de viejas muñecas, caballitos tallados de madera y animales pequeños de felpa, la pequeña ignoró todo aquello y se lanzó por una figura de un soldado imperial de Star wars que medía al menos cincuenta centímetros, chilló abrazada a ella corriendo en círculos hasta que cayó sobre su trasero.

-Creo que que va a mojar la alfombra de la emoción -miró a la emoción de su hija antes de escuchar el grito ahogado de Jamie que bajaba las escaleras- ¿qué sucede?

-¡Eso era mío! -miraba fijamente el muñeco de plástico-  fue mi regalo de navidad a los diez años, Liesa lo escondió de mi un día que manché sus cortinas con lodo.

-Lo metió detrás de la lavadora y tu padre lo encontró junto a esa caja de juguetes, pensaba ir a donarla pero dejaremos que esta pequeña se quede con él.

-Ah no, es mío -Jamie intentó quitárselo pero la pequeña lo tenía aferrado con tal fuerza  que faltó poco para que le arrancaran el brazo- oye niña, estuve veinte años buscándolo.

-Mío, mío, mami.

-Creo que no lo va a soltar -rió Jim que miraba la escena con Phoebe en su regazo.

-¿A cuál de los dos te refieres? -Lorna puso los ojos en blanco.

-A los dos -dijeron Dakota y Jim a coro.

Al final decidieron lanzar una moneda al aire pare decidir la suerte, pero Dulcie salió corriendo el muñeco y se metió bajo la mesa y ahí quedo decidido, no lo dejó ni un instante durante los siguientes dos días, cada que la niña se iba a dormir Jamie entraba a la habitación donde las habían instalado y decía que iba a recuperar su juguete, pero la verdad solo se sentaba a charlar con Dakota.

-Cuando volvamos a Dublín, el muñeco se viene conmigo, a mi piso.

-Inténtalo si puedes -estaba en pijama, se estiró para liberar la tensión de sus músculos haciendo que la camiseta le dejara al descubierto el ombligo, Jamie miró aquel trocito de piel mientras pudo- mañana iremos por las cosas para salir de acampada, espero que tengas lo que llevarás listo.

-Solo será una noche afuera, así que no hay mucho que empacar -hablaban en voz baja, las niñas estaban dormidas y la habitación estaba iluminada por una lamparita- ¿a dónde iremos a recoger las cosas?

-No tienes que preocuparte por eso -apartó la mirada, estaba sentada del otro lado de la cama, frente a él- Andrew vendrá por mi para ayudarme.

-Bueno, no veo porqué no podamos ir los tres.

-Vamos a salir los dos, iremos a tomar algo después.

El pecho de Jamie subió y bajó con un pesado suspiro cuando entendió lo que significaban sus palabras, apretó los labios apenas un momento, no se había afeitado los últimos días y una cortísima barba le cubría la mitad del rostro.

-Entiendo.

-Me lo pidió, no quise negarme -miró sus manos- ¿te parece una mala idea?

-Puedes hacer lo que quieras -dijo en un tono brusco, poniéndose de pie- no soy nadie para impedirlo.

Trato hecho | Jamie y DakotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora