Por supuesto que el trabajo de Renato no era sólo llevar al cliente al orgasmo, sino también jugar con sus debilidades para llevarlo al límite. Esa era la mayor diversión de su trabajo, aparte de él mismo también lograr acabar.
Rolex se sacó la corbata, la camisa y el saco y los colocó en el mueble contra la pared. Se quitó el reloj de oro y lo colocó encima de la pila, junto con su billetera y el celular, antes de girarse hacia Renato. "Ahora es tu turno."
Al chico le gustaba desvestirse frente a otras personas. Era bueno en eso, se había quitado tanta ropa con un fondo de música y luces de boliche que nada podía desconcentrarlo. Para este momento, no bailaba tanto sino que tomaba prestados algunos trucos del oficio: cómo inclinar su cuerpo, cómo mover sus dedos deliberadamente. Se trataba de proyectar confianza y darle un adelanto al cliente de lo que le esperaba. Sus dedos alcanzaron el botón de sus pantalones y lentamente, de manera sugestiva, lo abrió, y luego miró a Rolex, quien asintió.
Bien, entonces Renato bajó su cierre y luego sus pantalones, con las piernas estiradas, sacando el culo a plena vista del cliente. Sus calzoncillos eran ajustados y estaban bien bajos -se había asegurado de eso de antemano- y cuando se los sacó, la regla de 'no tocar' no se aplicó como lo habían hecho en el encuentro del baile erótico. Rolex lo agarró por las nalgas con ambas manos, lo apretó con firmeza y exigencia, y lo empujó contra él. No tanto como para desequilibrarlo, pero más que suficiente para hacerle sentir esa pija larga y dura desnuda entre ellos.
Si no fuera por el ceño de Gabriel, hubiera sido algo muy divertido. Antes de comenzar a trabajar con el rizado, no habría dudado en cogerse a Rolex sólo por gusto. El dinero era sólo un premio. Tener a Gabriel en la misma habitación -mierda, y tenerlo para él al mismo tiempo- era incluso mejor.
Excepto esta noche.
Renato cerró los ojos para evitar mirar a su compañero. Se sentía raro. Y culpable. Y- mierda, Rolex le estaba mordisqueando la oreja. Usaba principalmente sus labios, un poco de dientes, lo suficiente para hacer que el chico se apoye contra él para sostenerse. Esos abdominales firmes y planos estaban calientes contra su espalda, y las manos del hombre vagaban por todo su cuerpo, desde su pecho y estómago bajando hacia su entrepierna, aunque sin tocarla. No había pasado tanto tiempo desde que el cliente le había hecho un pete en el auto, pero Renato ya estaba bastante duro nuevamente, y cada vez que las manos de Rolex se deslizaban sobre su ingle, él movía las caderas para tratar de guiar sus dedos hacia su pija.
El hombre parecía querer provocarlo. Arrastraba un dedo por la ingle del castaño, dejando que la uña se hundiera lo suficiente como para dejar un rastro blanco en su piel. Movió sus caderas, apretando su miembro vestido contra el trasero desnudo de Renato, y alternó entre mordidas en su oreja y besos en el cuello. Una mano se deslizó por el medio de su pecho, luego por uno de sus costados, y cuando pellizcó uno de sus pezones ya endurecidos, los ojos del castaño se abrieron, encontrándose al instante con los de Gabriel.
La mala cara se había ido, pero la expresión del rizado era cualquier cosa menos neutral. Sus ojos estaban fijos en los de Renato, sus labios separados, y por la forma en que su pecho subía y bajaba, respiraba casi tan fuerte como él.
"Te voy a coger," declaró Rolex en su oído. "Mientras él mira."
Gabriel tragó. Renato también lo hizo.
"¿Te excita eso?" Preguntó el hombre.
Debería. Debería calentarme más que nada. Pero-
"Sí," Renato logró susurrar.
Gabriel rompió el contacto visual por un segundo, respirando un par de veces antes de volver a levantar la mirada. Se movió en la silla. El pie contra la cama se movió al suelo, y el otro se levantó para reemplazarlo contra el posa pies. La parte delantera de su pantalón de cuero estaba apretada por su erección -al menos todo esto lo calentaba algo. Su estado de ánimo era preocupante, quizás, pero estaba excitado, lo cual era un alivio. Y a él también lo calentaba.
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Intercambio. [Quallicchio]
FanfictionGabriel y Renato son trabajadores sexuales en Jardín Paraíso, un club de Puerto Madero (Capital Federal) que atiende a los más adinerados de la zona. En una de sus noches de trabajo, un empresario pide algo un poco peculiar: quiere reservarlos a amb...