16. Desearía ser la mitad de inteligente que tú.

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La lluvia recién estaba arrasando con la ciudad, nada fuera de lo común. Un poco de lluvia pesada, pero que se fue disolviendo con las horas.

Estaba en casa, tirado sobre mi cama sin tener el menor deseo de moverme. Pero cuando menos lo espero, mi cabeza salió disparada de mis manos apenas escuché el timbre de la puerta y seguidamente la voz de mi madre, quien parecía ir subiendo las escaleras.

-¡Tienes visitas, mi cielo! Es Emilio-ella sonaba emocionada. Por supuesto, ella no sabe lo difícil que es estar cerca de él después de tanto y tan poco, probablemente piensa que es mi amigo o algo así-, ¿Debo agregar otro mantel en la mesa?

Oh, Dios, no.

-¡No, mamá!-me aseguré de aclarar-Él está aquí para algo de la escuela, no tardará mucho.

Sólo espero que no deje que Emilio se quede a cenar. Podría ser un destino peor que la muerte después de las cosas que despotriqué sobre Roy y que ha terminado con su reputación en menos de veinticuatro horas.

-Tranquilízate, es sólo Emilio. Sabes cuánto adoro que se lleven tan bien-me dice. No, esto no podía estar sucediendo. No hay forma de que yo pudiera dejar que mi madre crea que entre Emilio y yo hay algo. Porque entonces ella comenzaría a preguntar por él y tendría que esforzarme mucho para no hacerle ver qué en realidad estábamos distanciándonos cada vez un poquito más, y que eso me dolía más de lo que podría aceptar.

-Basta, mamá. Sólo envíalo a mi habitación-respondo irritado en voz alta, pero sé que he ido muy lejos con ese comentario. No debería haber gritado.

Respiraciones profundas, Joaquín. Respiraciones profundas. Me repito, como si eso pudiera cambiar un poco mi mal humor. La ira no va a hacer que tratar con el chico que confundo con Aristóteles sea más fácil.

-¡Joaquín!-me riñe.

-¿Podrías... sólo enviarlo a mi habitación? -digo a la vez en que suspiro, antes de agregar un 'por favor' para una buena medida. No mucho después de que escuché los escalones rechinar, Emilio abrió la puerta y la cerró apresuradamente detrás de él, lo que me hizo saltar hacia atrás y encogerme de miedo, nervios y algo más, no es algo de lo que pueda decir que estoy orgulloso. Me miró por un momento antes de que su rostro se convirtiera en una sonrisa, sorprendentemente no fingida ni molesta.

-¿Para algo de la escuela?-me dice en lugar de saludar-Supongo que haremos ahora el proyecto de Artes juntos.

»¿Qué?« Casi abrí la boca para preguntarle, pero me detuve inmediatamente una vez que me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer.

-Ya tengo equipo.

Claramente estoy mintiendo, recién hoy por la mañana me han comentado respecto a tal proyecto y en el último en quien pensé para hacerlo fue Emilio. Él y yo no somos del mismo grupo, ni siquiera del mismo grado. Por mi parte, soy de nuevo ingreso, curso cuarto año de preparatoria y él ya está en su quinto año. Sin embargo, el proyecto refiere a formar parejas entre grados para la mejora cooperativa. Es por eso que conseguir equipo me es tan difícil hasta el momento.

Emilio me mira fijo, analizando mi gesto detenidamente y sonríe aún más en grande. Inclinando su rostro hacia mi.

-Mientes.

Mierda.

-Como sea-gruño indiferente, cruzándome de brazos mientras miro al suelo.

-Genial, en ese caso somos equipo-él decide, sin molestarse por mi comportamiento-. Digo, me sorprende un poco lo que... lo que dijiste, pero pues-

IMPOSSIBLE, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora