17. Realmente patético.

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Estaba esperando a Emilio después de la escuela. Algo que pensé que nunca haría. Y sin embargo, ahí estaba yo. Sentado en un bloque de cemento en el estacionamiento de estudiantes, mi pierna rebotaba nerviosa mientras miraba a la Vespa que últimamente él llevaba mucho a la escuela.

En lo personal, no me gusta verle montado en esa motocicleta. Son tan peligrosas que me dan un nerviosismo horrible. Pero ya no importaba, porque también yo estaría montada en ella en unos minutos más.

No hablamos mucho durante las horas de estudio hasta que coincidimos en una hora libre antes del entrenamiento y Emilio me hizo a un lado en el pasillo para preguntar si podíamos ir a su casa después de la escuela. Claramente, falté a la práctica de fútbol y me las arreglé para evitar a Roy durante el día, deteniéndome brevemente en mi casillero de los vestidores de educación física para vaciarlo y volver a salir corriendo de ahí. No quería verlo especialmente porque su reputación se había ido al caño desde mi discusión con él. En las redes lo atacaban y en persona no querían siquiera estar cerca de él por su toxicidad. Siendo sincero, me siento culpable de que esto concluyera así.

Salté cuando me sacaron de mis pensamientos con un brazo que se envolvió alrededor de mis hombros y me puso de pie. Abrí mis ojos que no mucho antes se habían cerrado del sueño para ver la cara de Emilio demasiado cerca de la mía, sonriendo como un niño en la mañana de Navidad. No se le debería permitir ser tan lindo.

-¿Estás listo para irnos?- Su sonrisa solo se amplió cuando asentí débilmente. Con su rostro tan cerca noté cosas que nunca antes había notado. Por ejemplo, las pecas poco claras que cubrían sus mejillas rosas. También noté cómo sus ojos marrones brillaban de emoción como una continuación de su sonrisa. Aunque, creo que tenía menos que ver con su distancia y más con el hecho de que a menudo no veía a Emilio sonreír así hacia mí.

Emilio prácticamente corrió hacia su Vespa mientras yo lo seguía detrás de él, a un ritmo considerablemente más lento. No fue hasta que se sentó en el asiento y me entregó su casco cuando noté un problema.

-¿Cómo va a funcionar esto?-digo. El asiento era pequeño, definitivamente suficiente espacio para dos personas, pero sería apretado. Sin mencionar que no había nada a lo que agarrarme. Excepto Emilio. Podía sentir mi cara calentarse con tremendo cliché apareciendo en mi mente, siendo ese pensamiento más combustible para demás fantasía sobre él y yo.

Hubo un breve momento de silencio antes de que Aristóteles volviera a hablar.

-¿Podrías simplemente agarrarte de mis hombros?-sus palabras fueron murmuradas, casi como si estuviera avergonzado, pero... eso no podía ser correcto. Aristóteles Córcega no se vergüenza. Volví a mirarlo y vi que su mirada señalaba hacia el pavimento.

Me estiré con cautela para agarrar el casco que me había ofrecido antes y murmuré un silencioso y tartamudeo "no hay problema", haciendo que Aristóteles me volviera a mirar, restaurado con su confianza habitual.

-¿Van a algún lado?

Genial. Ahora Roy estaba ahí pero sin Adrian al menos, no creo que pueda tratar con ambos en este momento. Vi que los ojos de Roy se ensanchaban con lo que parecía casi pánico cuando vio a su amigo. ¿Seguirán siendo amigos? Desde que ocurrió todo eso de la pelea, no los veo juntos a menos que jueguen al fútbol. En realidad, no había pensado en eso antes.

Rápidamente bajé mi campo de visión al suelo para evitar mirar a cualquiera de los chicos a mi lado.

-Acabaremos el proyecto de Artes en mi casa-dice, aunque todavía agresiva, la respuesta de Emilio fue menos molesta de lo que había anticipado. El tono pasivo de la voz del castaño me hizo volver a mirarlo, está vez un poco más confiado.

IMPOSSIBLE, emiliaco.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora