El Bachillerato

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Tuve todas las vacaciones de verano para superar un poco ls decepción que había sufrido al terminar la Secundaria; lo màs dificil sería olvidar la humillación tan grande de la cual había sido víctima, aunque tenía el corazón hecho pedazos, era más fuerte el dolor que la humillación.

Ahora era completamente otra,  màs introvertida y lo único que quería hacer era parecer invisible ante todos, no quería que nadie me hablara, ni que me viera tampoco.
El primer Semestre fué como si yo no existiera, y mi vida entre la familia no era tan percibida por los demás, ya que para ellos no significaba nada que yo permaneciera aislada de todos, para ellos era normal y lo justificaban diciendo que era por la edad, que era lo dificil del cambio de escuela, etc... Pero nadie se daba realmente cuenta de lo que estaba pasando conmigo, para ellos yo también  era invisible...

A pesar de ser tan desconfiada en cuanto a las amistades, nunca falto quien se me acercara para querer entablar una amistad conmigo, y ahora que iniciabamos el Segundo Semesyre no era la excepción y como insistía tanto, me di yo la oportunidad de confiar una vez más en una amiga, y para mi fortuna, ahora si fué una amistad verdadera.

El tiempo transcurrió y salia ocasionalmente con ella a pasear algunos fines de semana, pero aún sentía el temor y no me queria relacionar con ningún muchacho para que no me lastimaran de nuevo, pero fué el 5o. Semestre cuando acepte salir por primera vez en mucho tiempo con ella y con su novio a pasear, y para mi fortuna me presentaron a un chico, del cual para ser sincera a primera vista me enamore, sentí por primera vez lo que era el primer amor, algo que se movia dentro de mí, lo sentía ya aún sin tenerlo cerca de mí, lo tenía ya en mi sangre, en mi piel, podía yo sentirlo mío, aún con solo pasar un momento hablando con él, su personalidad, su manera de hablar, el respeto tan grande para conmigo, todo era màgico, la manera tan preciosa en que se dirigía y la manera tan correcta en la que también se expresaba de mí. Todo era perfecto, por primera vez yo no tenía ningún intermediario y podía escuchar de frente lo que sentían por mí.

Ahora mi suerte empezaba a cambiar, pero ahora me tomaba las cosas con mas tranquilidad y sin apresurar ni hacer yo misma nada que pudiera interferir en las cosas que estaban pasando a mi alrededor. Sencillamente era màs paciente, o tal vez un poco màs madura; pero de una cosa si estaba verdaderamente segura, yo o al menos una parte de mí le gustaba ese chico, aunque un poco mayor que yo (sólo 2 años), era mucho màs maduro que yo y sabía realmente lo que quería, y lo único que a mí me quedaba era esperar, ser paciente, aunque no puedo negar que había ocasiones en las que yo quería tomar la iniciativa y decirle lo mucho que me gustaba, pero me detenía el hecho de pensar que podía yo asustarlo y se me podía ir y quedarme sola de nuevo.

El tiempo transcurrió y para ser exacta se terminó el semestre y el no tomaba ninguna desición, a veces me hacía pensar que sí le atraía aunque fuera un poquito y luego me confundía pues me hacía creer que yo no era de su interés, sino que sólo el quería tener una bonita amistad conmigo. No me hablaba de chicas que le gustaran, pero de alguna manera me hacía entender que no le gustaban los hombres, lo cual significaba un alivio muy grande para mí. Así que yo sólo tenía la opción de esperar el día en que podía tenerlo cerca de mí, aunque solo fuera para platicar, y en algunas ocasiones llegue a pensar que todo podía ser causa de mi imaginación. 

Una noche de tantas que salimos juntos los 4, el me pidió que sin pensar mal, el me podía llevar a mi casa, que no temiera porque no iba a faltarme al respeto, creo que en ese momento lo amaba en silencio, porque no podía decirselo por miedo a no verlo màs, y le respondí que sí. El se tomo la molestia de avisarle a mi mejor amiga Marina que el me iba a llevar de regreso a mi casa, ella me hizo a un lado y me pregunto que si realmente yo lo quería así, que si no tenía ningún temor. Y es que la verdad me protegía tanto porque sabía de mis temores, que no queria que de ninguna manera nadie me hiciera daño. Yo le conteste que no había ningún problema en que Luis me llevara a casa, que se podía ir tranquila y que ya mañana hablaríamos.

Sin màs hacerlo esperar y de lo màs tranquila posible subí a su auto y emprendimos el camino a mi casa, pero de pronto tomó una pequeña desviación que conducía a una de las plazas de la colonia, y me dijo que no me asustara, que lo único que el buscaba era un minuto a solas conmigo, que no pensara nada malo.

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