𝖒𝖆𝖈𝖊𝖉𝖔𝖓𝖎𝖆

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El sonido hueco de las agujas del reloj rellenaba el silencio de la habitacion, acompañado del ligero zapateo que danzaban sus talones desnudos.

Por fin había conseguido silencio, la muchacha en la esquina de la habitación había entendido la lección cuando su serpentina lengua acabo en la basura.
Él no quería llegar a eso, no estaba dentro de sus planes, pero tener que escuchar como esa estridente voz martillaba su cabeza con asquerosos palabras, habia acabado por matar su paciencia.

"Monstruo" fue la última antes de que un grito desgarrador fuera el último ingrediente para poder saborear el cóctel de sangre que se formó en su colorada boca al perder la gracia de hablar.

Aguantar todo eso no estaba dentro del trato que él aceptó, su único consuelo, era esperarlo.

Exactamente a la medianoche, el traqueteo de caballos se hizo presente fuera de la escabrosa vivienda, haciendo que una encantadora sonrisa tirara de sus rellenos labios.
Se levantó con cuidado, esperando expectante aquel que sería su nuevo huésped.
La puerta se abrió con un sonido estridente haciendo que la vieja madera se quejará por tal violencia. Un hombre alto hizo presencia en medio de la sala, tenia pelo oscuro como la misma noche, ojos negros tan profundos como dos brillantes fosas, portaba una armadura de reluciente dorado y ocupaba en su mano derecha una enorme espada plateada.

Los pícaros ojos esmeralda del serafín brillaron al ver como semejante guerrero colocaba sus ojos en su insolente obra de arte.
Los orbes fríos y calculadores se posaban en la muchacha. La princesa de Macedonia o lo que podía quedar de lo que alguna vez fue ella.
La muchacha deslumbrante amada por todo el reino, ahora en la esquina de una casa en ruinas rodeada de su propia sangre, proveniente de su seca boca.
El guerrero apartó su mirada con una cínica sonrisa para observar entre la oscuridad. Hasta encontrarlo, haciendo que sus ojos centellearan como dos pequeñas lunas en medio de la oscuridad del extenso espacio.

-Serafín Taehyung...Debía suponer que tu eras el autor de todo esto.

- Jungkook Dalibor ,guerrero de Macedonia... El más temido por todos...Aunque eso son solo patrañas, ¿qué haces aquí?

- No te hagas el ingenuo Taehyung...lo sabes bien, me han encomendado la tarea de llevar a la princesa sana y salva de vuelta al reino.

Una macabra risa resbaló de entre sus labios mientras su cuerpo más pequeño y menos musculado llegando a ser pecaminiso, en comparación con el enorme Guerrero se movía con gracia por la sala.

-Creo que eso ya va a ser difícil...

La burla se colaba entre sus delicadas y suaves facciones tal como las de un angel. Los ilusos mortales que lograban apreciarlo, caian rendidos bajo su encanto, viendolo como el ser más impoluto y fuera de pecados de todo el reglamento... Seguro...

Llevando sus claros luceros a la joven sin vida en la esquina de la sala, fingió pesar.

-Créeme yo no quería, ella lo pedía a gritos...

Sentándose en la mesa que reposaba en medio de la habitación dejo dos copas plateadas rellenadas del vino más delicioso que era capaz de procesar el reino. Mirando con gracia al impasible caballero que reposaba en la puerta.

-Ven siéntate, tienes que estar sediento.

La duda surcó por unos segundos el duro rostro, para finalmente enfundar su espada y sentarse en la silla restante con un ligero bufido.
Taehyung cogió con elegancia su respectiva copa posandola con cuidado sobre sus mojados labios, alzando una ceja al ver como Jungkook seguia impasible y miraba con asco su copa.
Separando la suya de sus labios, provocó un ligero chasquido con su boca.

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