No me importaba el tiempo,
Mucho menos lo que nos separaba.
No me importaba la soledad,
Sino lo que se sembraba.
La risa que arrancaba desde la raíz de tu garganta
Era la melodía que en el día calmaba mi alma dolida.
Ahora sólo queda el paraje de un viaje;
La verdad detrás del chanchullo del que huyo;
La decepción de saber que fui víctima de tu ultraje,
Una diversión más para la reina del chamuyo