Almas Perdidas (Saga: Almas perdidas I)

Capítulo 6: extraña travesía

Estaba temblando... ella seguía mirando con una dulzura inexplicable, una compasión hacia mi que me seguía sorprendiendo, estaba tan confundida, ella ya me conocía, tenía que hacerlo... si no... ¿Porque me habría esperado? ¿ella estaba consciente de que estaba perdida? y si era así... ¿porque quedarse en el puente y no buscarme?, ella pareció darse cuenta de que ya no había dicho nada, de que yo estaba pensando quedarme por mi cuenta, por lo que ella se arrodillo, me tomo de las manos, era más alta de lo que yo había notado.

-Jeannette... te espera un largo camino lleno de dudas, respuestas, y miedos mucho más grandes que caminar por el bosque conmigo, tal vez no me conoces, no lo haces... lo entiendo... pero he estado en ti desde el día en que naciste, se muchas cosas sobre ti, se TODO de ti... por ejemplo... se que tienes un lindo lunar más arriba del estomago. -volvió a sonreírme, la marca de los hoyuelos en sus mejillas cuando sonreía eran simplemente hermosos, se veía tan perfecta, simplemente perfecta, con la sonrisa la acompañaban unos ojos juguetones que me llamaron mucho la atención, ¿Acaso podría haber una mujer más sabia y hermosa que ella? algo dentro de mi me decía que no... y también me decía que, lunar o no, me estaba diciendo la verdad, cerré los ojos, respire profundo, la miré y le pregunte algo que nunca voy a olvidar en mi vida...

-¿Qué va a pasar?- la incertidumbre me aterraba;  mire hacia otro lado, entre los huecos de los arboles, el río, no creía soportar su respuesta, o algún gesto negativo que ella mostrara.

-Eso depende de ti cariño-respondió con tranquilidad- me gustaría que vinieras conmigo, te he esperado durante mucho tiempo-agrego con amor. 

No lo dude más... iba a hacerlo, apreté sus manos heladas contra las mías, ella se puso de pie, sin soltar una de mis manos, me sonrió una vez más y atravesamos el puente. el puente era mucho más grande de lo que había imaginado, mire hacia abajo, y el agua era tan pura y clara, que por un momento podría jurar que que era de un color blanco; los animales del río empezaron a hacer mucho ruido, las ranas croaban, y los peces se limitaban a juguetear y hacer ruido  con su agua cristalina, los ojos de un búho se miraban por el hueco de un árbol, y las lechuzas empezaron a volar, reí maravillada, había tanta vida en ese lugar aunque era de noche, que me llegue a sentir bastante estúpida por haber sentido miedo, era tan maravilloso; la alta mujer se rió conmigo, de verdad se dio cuenta de que lo estaba disfrutando; bajamos del puente, de tanto pensar no me percate de que ya lo habíamos cruzado y cuando lo hicimos, el miedo se había derretido igual que mantequilla en superficie tibia, caminamos un poco más, por lo alta que era ella, sus pasos eran demasiado grandes para mi, así que tuve que apresurarme un poco más para seguir su paso, aún así debo señalar que en esa noche ella no tenía prisa, ¿Fue rápida contigo...?; el aroma que desprendió cuando la abracé aún estaba intacto, ese aroma que deseaba buscar en lo más profundo de mi, la intriga fue demasiada, así que acabe rompiendo el silencio con la primera pregunta.

-Ese aroma... tu perfume... ¿Qué es...? - me sonrió con amabilidad y me dejo con una respuesta que me dejo pensando toda la noche. 

- Vainilla, pensé que te resultaría familiar, sueles olerlo todo el tiempo-dijo mientras me guiñaba un ojo- me quede pensativa, tal vez algo grande estaba pasando y yo todavía pasaba desapercibida de lo que estuviera pasando; llegamos al final de la zona del río y ella me dejo pasar primero entre los huecos de los arboles, después de haber entrado con el corto espacio que había, ella volvió a tomar mi mano, y ahí fue cuando la segunda palabra salió de mi boca, aunque no lo había pensado muy bien.

-¿Tienes frío...?

-Para nada- me respondió con seguridad sin dejar de mirar al frente, a la vista del camino.

-Entonces... ¿Porque estás tan fría..?-me miró, me sonrió irónicamente pero al mismo tiempo con el cariño que siempre solía demostrar desde que la conocí; volvió la vista al frente mientras ella me decía...