2.- Visita

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Tres meses habían pasado desde su descubrimiento en la casa vecina y varias veces había vuelto a visitar al ser que yacía encerrado ahí, una noche en sus sueños su nombre fue revelado, Sephyra era un nombre bonito y apropiado para ella a su parecer, la voz que le hablaba en sueños era hermosa y eso lo hacía preguntarse por qué la criatura no hablaba en lo absoluto, la siguió llamando por su nombre e innumerables veces se sentía tentado por la idea de hacerla su aliada pues sus poderes eran increíbles y mágicos, poseía los elementos naturales en su piel, los controlaba todos bien pero el fuego era su mayor fortaleza, era bastante poderosa y eso le dio una idea de por qué estaba encerrada, aunque a pesar de su fuerza, su prisión de cristal templado la contenía. En esa visita Sephyra le mostró algunos trucos con fuego, agitaba la cola de vez en cuando y en especial cuando se sentía feliz, Seyrkan memorizaba cada manía y cada costumbre y sin quererlo en poco tiempo aquella prisionera se convirtió también en su objeto de estudio, le extrañó que a pesar de los maltratos que recibía, siempre se sintió cómoda con su presencia y aunque él ya sabía sobre su voz, su única manera de comunicarse seguía siendo a través de chillidos y a veces gruñidos. Escuchó a los hombres venir, la volteó a ver y le sonrió levemente antes de ir y esconderse en el árbol para observar desde ahí sin ser notado, esta vez los hombres de siempre llevaban con ellos a una mujer muy bien vestida y eso no le daba buena espina a Seyrkan.

—Últimamente ha estado comiendo bien y parece tener buen humor, suponemos que fue porque por fin aprendió que resistiéndose no conseguirá nada —El castaño cerró el puño con fuerza ante sus palabras, ella comía más y estaba feliz porque Seyrkan estaba ahí para acompañarla y no porque se hubiera rendido ante sus violentas técnicas. Nuevamente la sacaron a la fuerza como costumbre pero ella esta vez no se defendió, simplemente se mantuvo serena hasta que la dejaron frente a aquella mujer quien la examinó con la mirada varias veces antes de poner su palma frente al jefe, este le entregó un papel y un bolígrafo y sin decir una sola palabra pareció firmar aquel extraño documento.

—Perfecto, subanla cuando el próximo camión llegue aquí en aproximadamente unos diez minutos —sus tacones resonaron al irse, tomaron a Sephyra y le ataron unas cadenas, se mantuvo inmóvil hasta que comenzó a llorar sin motivo, su cola se movía violentamente, desde su escondite el castaño estaba confundido viendo la escena hasta que llevó su mano a su mejilla sorprendiéndose al encontrar un líquido, se percató de que también estaba llorando pero no tenía razón para hacerlo. Volteó a verla, ella también volteó y cuando sus miradas se encontraron emitió un chillido ensordecedor que lo obligó a cubrirse los oídos, en cuanto levantó la mirada nuevamente, se dio cuenta de lo sucedido, sólo se encontraba ella de pie en el centro, las tres mujeres de antes ahora se encontraban en el suelo y sin vida, se mantuvo aturdido unos segundos más mientras ella se acercaba a paso lento meneando su cola de un lado a otro hasta que las cadenas la hicieron parar, entonces las jaló rompiéndolas con facilidad y sin cambiar su expresión siguió aproximándose a Seyrkan, subió al árbol y se sentó justo enfrente suyo, gruñó un poco pero no parecía enfadada, simplemente acercó su cabeza a él y se restregó contra su pecho cual gato acicalándose, incluso emitió un sonido parecido al de un ronroneo, Seyrkan sonrió y la abrazó disfrutando de su afecto, eso era extraño en él pues desde niño rechazaba totalmente el contacto físico ya que le parecía sumamente incómodo, en realidad le aborrecía cualquier idea sobre relaciones humanas afectivas, aunque no era como si le dieran miedo, su manera de pensar le dictaba que el estado de enamoramiento era inútil y que si la necesidad iba más allá de procrear era errónea y debía ser rechazada inmediatamente, o al menos eso pensaba hasta que la conoció a ella.

Esperaba que no fuera una situación típica en donde ella sacaba su fuerza del amor pero sus pensamientos lo traicionaron cuando las marcas en su cuerpo que parecían tatuajes mágicos comenzaron a brillar con intensidad, ambos voltearon al escuchar un grito, una de las mujeres que solía cuidar a Sephyra se quedó horrorizada ante los cadáveres, de nuevo ella hizo ese sonido que parecía el de un roedor varias veces desesperada pero Seyrkan no sabía lo que intentaba decirle, aparentemente se rindió de intentar explicarlo y lo empujó haciéndolo caer hacia atrás, la reacción del castaño fue muy lenta y su espalda impactó fuertemente contra el montón de hierbas y ramas que lo hirieron al instante junto con el golpe.

— ¡Seyrkan! —Se levantó al escuchar la inconfundible voz de su madre quien se acercó y lo abrazó con fuerza lastimandolo —tenemos que irnos, hay un monstruo suelto y podría atacarnos —Parecía asustada y con mucha razón, sintió un líquido caer en su mejilla, pasó un dedo y lo observó topándose con sangre, volteó hacia arriba pero lo único que pudo distinguir era una silueta que luchaba a mordidas y arañazos cual animal salvaje contra los soldados que iban subiendo hasta que escuchó un alarido animal de agonía y sintió un pinchazo en el corazón que le decía que algo no estaba bien.

— ¡Sephyra! —gritó sin importarle nada dejando totalmente desconcertada a su madre, tomó su mano y se levantó abrazando también a su padre antes de correr para trepar nuevamente el árbol, nada más subir pudo distinguir a tres hombres con ropa de camuflaje y armas arrastrar una red que la contenía a ella, se adentró para hacer algo que era completamente arriesgado, ellos le apuntaron distrayéndose por un momento, sonrió nervioso mientras levantaba las manos, detrás de ellos Sephyra ardía en llamas y furia, le sonrío con inocencia asintiendo un poco para agradecer y luego los atacó, en verdad podía compararse a un animal salvaje pero eso no le importaba a Seyrkan, si esa pelirroja era considerada un monstruo, consideraba que era el monstruo más hermoso que en su vida podría conocer. Su piel estaba manchada con sangre, sus garras se retraían y su pecho subía y bajaba con desesperación y cansancio, la dama de vestimenta elegante llegó a la escena y sin previo aviso le disparó con el arma de electrochoque obligándola a tirarse al suelo, estaba sumamente herida y Seyrkan podía sentirlo.

—Lo siento, esa criatura me pertenece y ya ha hecho mucho alboroto, retírate a tu casa y no se te ocurra decirle a alguien sobre esto —su porte era de mafiosa y rica con mucho poder pero no lo intimidaba en lo absoluto, en especial porque él también tenía habilidades, lo descubrió un poco antes cuando Sephyra se lanzó a abrazarlo, lo mordió en el hombro produciéndole un ardor intenso, cuando revisó tenía una marca que parecía un dragón pequeño pero la cicatrización por quemadura le hizo pensar que era una simple mordida sin forma hasta que cuando ella lo empujó, notó como los rasguños que se habían provocado desaparecían y su cuerpo se sentía tan ligero como antes o incluso más.

— ¿No te irás? —preguntó la mujer pero el castaño negó como respuesta. —Oh... no hablas, eso es una ventaja —Le parecía increíble la cantidad de soldados que llegaban pero no era problema mientras ella estuviera con él, sonrió de lado para continuar con su plan.

—No diré nada sobre esto, pero lamento decir que ella me pertenece a mí —-Carraspeó un poco después de decir eso, no haber usado su voz frecuentemente y el grito de antes le irritaron fácilmente la garganta. Desde que conoció a Sephyra dejó de lado su pacto de silencio, como si supiera que era exactamente lo que debía pasar.

—Que rebelde eres —Lo observó de arriba a abajo —.Mátenlo —Ordenó a los otros hombres quienes lo sostuvieron, Sephyra se removía con dolor, al menos ahora estaba consciente, los hombres lo tiraron al suelo, estaba increíblemente tranquilo, había recibido una orden de muerte pero sentía ese calor en su pecho que lo mantenía calmado, podía escuchar un latido ajeno al suyo y no tenía idea de dónde provenía pues era diferente al que identificaba como el de la pelirroja, de igual manera escucharlo le dio el coraje para extender su mano hacia Sephyra, logró apenas tocar sus dedos, ella posó sus ojos en él, sonrió antes de cerrar los ojos y aceptar lo que venía, dos disparos eran más que suficientes pero ellos, no conformes, decidieron usar más.

Zerkanya y la rebelión de Varthrân【En edición】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora