Ver a mi padre cenando con nosotros enfrente mío es tan extraño como de costumbre. Cada mes viene un fin de semana a quedarse con nosotros, tratando -de alguna manera- de compensar el tiempo en que está ausente.Mamá lo mira como siempre, con esos ojos roñosos que tiene reservados sólo para él. Seguramente pensando en su estúpido rostro, y sus estúpidos comentarios, su estúpido peinado y su estúpida sonrisa. Porque si hay algo que sepa de lo que piensa mi madre del sujeto del que alguna vez estuvo enamorada, es que es estúpido. En un silencio perturbador, ella no le despega la vista desde el otro extremo de la mesa mientras mastica de mala gana el bocado de frutas de su ensalada y la carne bien cocida que papá se ha encargado de hacer.
Renata, a un lado mío, sonríe feliz de tener a papá en casa. Una sonrisa que no me dejan ganas de romper sus ilusiones diciéndole que ellos no volverán a estar juntos, y que papá no regresará a casa. En algún momento yo también pensaba que el algún día entraría en razón y volvería, pero ese día no llegó. Durante años, esta ha sido la situación en la que estamos. Él viene cuando se le antoja, ó cuando se acuerda que tiene hijos, nos trae regalos y se va de nuestras vidas nuevamente. Como si eso no nos causara ningún daño con eso.
-Joaquín-salto sobre mi silla cuando escucho la rasposa voz de mi papá pronunciar mi nombre, alzó la mirada de mi comida y escucho cómo el sonido de los utensilios contra los platos se detienen repentinamente-, pronto será tu cumpleaños...
No, no es verdad.
»Estás por cumplir 16 y serás el hombre de esta casa... Así que quiero que me pidas lo que desees de cumpleaños.
-No sé, quizás-inicio con sarcasmo, mirándolo desafiante desde mi puesto-, se me ocurre que sería un buen regalo que te tomes el tiempo de ser el padre que nunca has sido.
-¿Qué?-papá ríe fuertemente cuando me escucha, metiéndose un trozo más de carne a la boca, casi extasiado.
-¿Realmente crees que lo que estás haciendo es ser un buen padre? Antes de este año, no sabíamos nada de tí. Y de pronto te apareces tratando de saber de nuestras vidas como si lo merecieras-mascullo, arrugando la nariz y frunciendo las cejas-. Dices que pronto seré el hombre de la casa, pero, desde que te fuiste eso es lo que he sido. Sin importar que nos abandonaste cuando éramos unos niños.
-Joaco...
-No, mamá-gruño cuando ella se levanta para intentar calmarme, completamente lista por si algo sale mal-: él tiene muchas cosas que escuchar.
-Déjalo, Eli-le dice papá a mi madre, sonriendo de una forma que me hace enojar mucho más. Esta mierda no es divertido-. ¿Podrías simplemente elegir un regalo y no hacer las cosas difíciles?
Cuando lo dice, un nudo se anuncia en mi garganta y quiero matarlo ahí mismo. Pero no puedo siquiera gritarle como se merece.
-Me decepcionas, papá.
Para ese momento, mi madre me mira con los ojos abiertos de par en par, Renata sólo me mira callada desde su silla y papá me mira iracundo.
-Joaquín, por favor-dice mi mamá, esperando que acabe con todo esto de una buena vez. Pero no puedo, no puedo acabar con esto tan pronto cuando me ha tomado tanto iniciarlo-, ¿cuál es tu problema?
-¿Por qué no entiendes que esto es importante, mamá? ¿Qué tan difícil debe ser entender que ese señor es el maldito problema?
-Joaquín-dice, en esa cortante, hastiada voz diseñada para hacerlo sentir culpable por ser tan difícil-, un sólo regalo. Elígelo ahora.
-¿Y pedirte que seas un buen padre no cuenta?-mascullo tan molesto como puedo, apretando mis manos alrededor de mi tenedor y cuchillo-, apuesto que no serías tan obstinado si te pidiera un jodido auto de carreras.
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IMPOSSIBLE, emiliaco.
FanfictionJoaquín se ha enamorado de Aristóteles Córcega, ¿el problema?: es que él no existe. Y Emilio está ahí para recordárselo.