Agarré la Carta de Augustus y la metí en un cajón de mi mesa de luz. Eso era todo lo que me quedaba de él. Quería llorar, pero llorar sería estúpido, no aliviaría mi dolor. Desde que él había muerto mis fuerzas se habían ido, espirituales y físicas, como si de algún modo su presencia hubiese retrasado mi enfermedad. Pero al morir todo lo que se había retrasado se compensara en un día. Me sentía fatal, quería dormir, pero eso pondría tristes a mis padres, sabían que estaba mal por la muerte de Gus. Pero trataba de no demostrarlo tanto delante de ellos. Prendí mi computadora, revise mi correo. Nada, ningún e-mail nuevo, ningún mensaje, estaba todo igual que la última vez que lo había chequeado. Trataba de desconcentrarme mirando el correo, pero al no haber nunca nada nuevo, era más difícil no pensar en Augustus. Me levante y fui a mi biblioteca, estaba por agarrar “Un dolor imperial” cuando me detuve. No, hoy no lo leería, lo haría por él, en cambio agarre el libro que él me había prestado (el cual nunca le devolví) y lo empecé a leer de vuelta. Mientras lo leí pensé, como le habría gustado a Gus, terminar la saga. El último libro saldría a la venta dentro de tres meses, pero ya no importaba, el nunca podría leer. Pero tal vez, yo sí. Es lo mínimo que podría hacer por todo lo que me dio. De repente como un hurancan imágenes del viaje a Ámsterdam pasaron por mi cabeza. Mis ojos se llenaron de lágrimas, cayeron sobre mi jeans. Ahora entendí porque Isaac no quería ver un mundo Sin Augustus Waters, con su muerte, el mundo de sus seres queridos había perdido, vida, alegría, hasta los colores le parecían más oscuros. Se seco las lágrimas y se enderezo sobre su cama. Ya que Gus había muerto joven, y no pudo completar todas sus metas, yo las cumpliría por él. Agarre un pedazo de papel en mi escritorio y anote:
· Terminar saga.
· Ser recordado.
Pero cuando lo miro, pensó que era tonta la lista, esas eran las únicas metas de Gus, o las que él había compartido. Pero no era nada fácil, al menos la segunda, como lograría ser recordada. Estaba muriéndose a un ritmo atroz, y había casos de cáncer peores que el mío. Encima dudo que Augustus hubiese querido que sea recordada por tener cáncer. Enterró la cara en la rodillas, solo tenía que hacer dos cosas, y ni eso era capaz de lograr. <El mundo no es una fábrica de conceder deseos, Hazel Grace.> Las palabras De Gus resonaron en su cabeza. Se levantó y fue al jardín, quizás allí estaría más inspirada. Una vez allí, pensó en todas las personas que a lo largo de la historia habían sido recordadas, Por ser el primero en dar la vuelta al mundo, por tener el mayor imperio en Asia, por descubrir otro continente. Pero eran cosas, que nunca podría lograr en su vida. Podría escribir un libro tal vez, aunque su imaginación fuese una roca. Pero de todas formas, nunca se vendería y las únicas ventas serian por lastima a la poca fama y por que la escritora tiene cáncer. Desearía tener todos los elementos para escribir un buen libro, personajes, lugar época y yo solo tendría que escribir la historia… Me acorde de cuando Augustus me prometió un final para “Un dolor imperial” Nunca, lo pudo escribir, pero desearía que lo hubiese hecho. Se dio cuenta de que eso era otra de las metas de Augustus: Escribir un final para “Un dolor imperial” Lo agregué en la lista
· Escribir un final para “Un dolor imperial”
Tardo muchos días, hasta un par de semanas tal vez, pero después de algún tiempo, la idea vino a mi mente. Agarre mi computadora, para que no se me olvidara ninguna de las ideas y comencé a escribir:
Habían pasado muchos años desde la última vez que alguien había escrito en el, pero Anna esta vez estaba decidida. Comenzó a escribir todo lo que había pasado. La última vez que había escrito en el estuvo a punto de morirse, pero no fue así. Ocurrió el milagro que todos querían: Después de interminables tratamientos, se curó. Anna estaba segura de que para deja su vida de enferma atrás, lo primero que debía dejar de hacer era escribir en ese diario, y así lo hizo. No lo tiro, pero lo guardo y dejo de usarlo. Retomo los estudio y continuo su vida, como si su pasado fuera un capitulo que se podría pasar de pagina y jamás volver a leerlo. Termino el secundario y dejo su ciudad para ir a estudiar en Nueva York. Tuvo muchos novios, pero no se caso con ninguno. Termino su carrera y trabajo en el New York time durante cuatro años y medio. Después de eso, renuncio y volvió a la ciudad donde vivía su madre con el tulipán holandés y su media hermana. La cual había nacido un año después de su cura absoluta. Estuvo muchos meses allí con su familia, pero luego decidió que quería viajar alrededor del mundo. Y así lo hizo por semanas, China, Japón, Australia, España, Brasil, Argentina, México Grecia. Pero fue en Inglaterra donde conoció a su Amor, Ella estaba en un banco al lado de un rio, leyendo, cuando un perro con el pelo dorado se le tiro encima. Pronto vino su dueño y se disculpo. Ella le dijo que no importaba, que le encantaban los perros. Y ahí entablaron una fluida conversación, hablaron de todo lo que se podría haber hablado, Luego se fueron a una cafetería y siguieron hablando allí. Hablaron de los libros de Anna, y el menciono que también amaba los libros. Pasaron horas y horas, hasta que se separaron, pero antes intercambiaron teléfonos. Después de eso empezaron a salir y se transformaron en novios. Cinco años después estaban felizmente casado y otros cinco años más tarde Vivian, en Holanda Anna, Kevin y su pequeña….
-¿Mama? ¿Que estas escribiendo?-pregunto una niña de cabello rubio
-Nada Rossie, nada. Vamos afuera a ver si tu padre ya termino de plantar esos tulipanes- y dicho esto dejo el diario en la mesa con la lapicera en la pagina donde se había quedado, para continuar su historia otro día…
Suspiré, ese era el mejor final que se me ocurría, pero al menos, ahora tenía un final. Guarde el Archivo y busque una página de internet donde pudiese publicarlo. Encontré un blog que me gusto y Ahí lo puse, lo titule “Anna encuentra la felicidad”. Busque la hoja y tache la ultima oración, al menos ahora solo quedaban dos. El libro lo compraría mañana. Todavía no me había animado a ir, temía que el libro me recordara demasiado a Augustus. Pero lo leería de todas formas. Era lo otra meta la que era más difícil. Ser recordado en el mundo no era una cosa sencilla.
Al día siguiente recibí un E-mail de Peter, decía que le gusto mi final para su libro y que seguro al resto de los lectores le encantaría, y que si hubiese algo que podría hacer el por mí que le dijera. Cerré la computadora con furia. Ahora le gustaba que “Un dolor imperial” Tuviera un final, pero cuando fueron dos chicos con cáncer hasta Holanda solo para saber, que coños pasaba después de que su novela terminara, el fue un completo idiota. No le respondería, me complacía que le hubiese gustado, pero eso no me sacaba el enojo que sentía por él. Decidí que para evitar cualquier otro e-mail de él. Apagaría la computadora por veinte días.
Después de unos días, ya había comprado y leído el libro de Augustus. No era el mejor libro del mundo, pero era entretenido. Prendí mi computadora, olvidándome de la promesa, dispuesta a comprar libros por internet. Abrí mi E-mail y lo que vi me dejo muy sorprendida. Decenas y decenas de e-mails sin leer se acumulaban en mi buzón. Todos eran agradeciéndome” por el hermoso final que le di a “Un dolor imperial””. Mire en el blog donde había publicado mi final. Más de medio millón de lecturas marcaba el indicador de lecturas. Volví a mirar mi E-mail y hubo un Mail en particular que me sorprendió, decía esto “Querida Hazel, hermoso tu final. Ahora entiendo porque a Peter le gusto tanto”. ¿Qué cosa? Era imposible que ella supiera lo que me había dicho Peter a no ser que… Busque la pagina de Peter en internet, la había mirado muchas veces, pero nunca la actualizaba. Pero esta vez había un enorme cartel que decía “Si alguna vez imagine un final para Anna, no podría ser más parecido a este. Pero no me lo agradezcan a mí sino a ella: A Hazel Grace, la chica que invento Un Final para “Un dolor imperial”. La publicación estaba llena de comentarios, pero no me moleste en leerlos. Bueno al menos había cumplido una de las metas de Augustus bien cumplid, porque si tanta gente leía mi final, malo no podría ser. Pero aun así me quedaba el último y tercer reto, que Augustus no había logrado. < Hazel Grace, la chica que invento Un Final para “Un dolor imperial>las palabras de Van houten resonaron dentro de mi cabeza ¿O acaso lo había logrado? Mucha gente había leído mi final y ya no lo olvidarían, ni a mí, porque yo les había dado lo que buscaban, ahora yo era “Hazel Grace, la chica que invento Un Final para “Un dolor imperial”. Tache el ultimo reto y me sentí completamente satisfecha. Me acosté, inhale aire profundamente por última vez, antes de que el agua, como una vieja amiga, se adueñara completamente de mis pulmones…