La Lluvia

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Otra vez tenía que hacer horas extras en la oficina, parecía que se había vuelto costumbre de su jefe pedirle entregas de informes sobre el final del día. Lo que pasa es que su arreglo es part-time: trabaja de 9 a 13 de lunes a viernes, y después desde su casa los fines de semana. Trabaja en una agencia de marketing, y los horarios son raros. Sus clientes van desde empresas privadas hasta políticos, por lo que hay dos cosas que siempre necesita tener: un celular con batería, y datos móviles.

Mira el reloj. Son las 13:30 y muere de hambre. Se acerca a su jefe:

- Pedro, te ofrezco irme ahora y seguir este informe a la tarde. Total, recién hay que entregarlo a las 18, lo puedo hacer desde mi casa y te lo mando antes de las 17.

- Bueno dale Tato, pero lo necesito sí o sí.

- Tranqui, te lo voy a mandar.

Así guarda rápido sus cosas y sale corriendo por la puerta, antes de que se arrepienta. Trabaja en la estación del Tren de la Costa del Bajo de San Isidro. Mientras cruza la plaza, mira la enorme e imponente Catedral con nostalgia. Nunca creyó ser esas personas que sueñan con casarse y mucho menos por iglesia. Pero últimamente, desde que terminó la Universidad, está sintiendo la necesidad de enamorarse – incluso piensa en una pajera estable a futuro. Sus amigos le dicen que es joven, con 21 años es demasiado pensar ya en estar de novio ni bien sale de la facultad. Encima, tuvo experiencias un poco feas en el pasado con sus parejas.

En el primer año de la facultad, cuando se mudó a Buenos Aires para estudiar, estuvo saliendo con una chica. Como era del interior, vivió en las residencias que proveía la Universidad, y se conocieron ahí – ella vivía en el primer piso, y el en la planta baja; ambos en cuartos dobles. Todo venía bien hasta que ella se fue de viaje a Estados Unidos con su familia y su compañero de cuarto estaba en Sudáfrica jugando al rugby. Casualmente, a su "mejor" amigo que vivía en el primer piso se le rompió el aire y hacía mucho frío como para dormir sin eso, entonces Tato lo invitó a dormir en su cuarto. Y ahí fue cuando una noche sucedió.

Estaban mirando una película, habían decido juntar las dos camas individuales para poder estar más cómodos. A medida que la película avanzaba sus cuerpos se fueron acercando aún más. Para cuando terminó ya era la una de la mañana, así que decidieron dormir después de debatir un ratito lo que vieron. Como estaban cansados y no estaba permitido hacer mucho ruido de noche, decidieron no mover las camas. En cambio, armaron las sábanas como si fuera una matrimonial y se dispusieron a dormir.

- Che Lucas, ¿me pasás ese almohadón que está ahí? Es de Mati, pero lo uso para abrazar mientras duermo.

- Tomá – le dijo Juan pasándole el almohadón.

Tato le da la espalda y se predispone para dormir.

- Sabes Tato, a mí también me gusta dormir abrazado a cosas.

Y en ese momento, Lucas gira en su lugar y pasa su mano por encima del cuerpo de Tato. Al darse cuenta que Tato no opone resistencia, reposa su brazo totalmente y lo acerca un poco a su cuerpo. Tato, toma la precaución de no acercar su culo, pero por alguna razón el resto de su cuerpo no se resiste y terminan juntos en un abrazo.

- Ah... está bien. – dice Tato claramente nervioso.

- Si vos querés... podes dejar el almohadón y abrazarme a mí. Además, hace frío, vamos a estar más calentitos.

Por alguna razón que desconocía en ese momento, soltó el almohadón y se dispuso a abrazarlo. Estuvieron así unos minutos, que se sintieron como horas para los dos. Entonces Lucas es el que primero decide hacer algo. Lentamente empuja el brazo de Tato para que quede justo sobre la línea de su bóxer. Nuevamente, como el menor no se movió, Juan elevó lentamente su cadera. Esto hizo que el brazo de Tato rozara la cabeza de la pija de Juan que estaba súper duro.

- Podemos probar, si vos querés... querés?

Tato se queda pensando unos segundos. Por qué le daba tanto miedo tocar una pija, si no era la primera vez que lo veía. Pero por alguna razón, no se acordaba de su novia en ese momento, ni de nada más, solo sentía un impulso enorme de agarrarla con su mano.

- Bu...bueno.

Y el resto es historia. Así fue como después de ir y volver con su novia, de pelearse con Lucas, terminó saliendo con otro chico: Martín. Ambas relaciones duraron unos 6 meses, y en ambos no se sintió 100% cómodo ni en compromiso. Para el comienzo de tercer año ya estaba soltero nuevamente, había hablado con sus padres de su sexualidad, y un gran porcentaje de la Universidad ya sabía que había estado con una chica y un chico. Si bien sexualmente le había sido más fácil con los chicos, románticamente se había involucrado más con las chicas. Así que, como no estaba seguro de nada, decidió alejarse del mundo de las citas por un tiempo. Y eso fue así hasta este martes al medio día.

Se despertó de toda esta confusión de pensamientos cuando escuchó la bocina del auto que le indicaba que le estaba cediendo el paso. Se dio cuenta que había estado parado en la esquina mirando la catedral más tiempo del debido. Miro el cielo, estaba gris y cargado de nubes. Puteó para sus adentros pensando en que, si llovía antes de que llegara al tren, corría riesgo de que se mojara su computadora. No había agarrado paraguas ni un piloto para cubrirse.

Dicho y hecho. Cuando quedaban 5 cuadras para el tren se largó la lluvia más fuerte del mes. No se veía a más de 5 pasos, y Tato ya empezaba a sentir como su mochila chorreaba de agua. Freno unos segundos bajo un árbol que contuvo la lluvia lo suficiente como para pensar qué hacer, y divisó un café chiquito en la vereda de enfrente. Cruzó la calle corriendo y entró lo más rápido que pudo. Mientras chorreaba en la puerta y puteaba más todavía, escuchó que alguien se movía a su lado.

- Che tomá, lo necesitas más que yo. – dice una voz mientras le acerca una toalla.

Y ahí lo ve. Rulos empapados sobre su cara, ojos verdes penetrantes y unas gotas que se quedan sobre sus pestañas. Le parece conocida su cara, y le toma 3 segundos reaccionar para agarrar la toalla.

- Gracias che, me agarró desprevenido la lluvia. Me seco rápido y te la doy eh....

- Gabriel. – le extiende la mano – No hay apuro, usala tranqui.

Y ahí Renato cae en quién tenía delante. Gabriel Gallicchio, la estrella revelación que la rompió el año pasado en la tira de Pol-Ka.

El chico con el que él siempre soñaba y se imaginaba qué diría si se encontraban.

Dónde va la gente cuando llueveWhere stories live. Discover now