Unión provocada por tempestades

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   He estado enamorado de una joven, encantadora es y no puedo dejar de pensar en el hechizo que me hizo adorarla.

   Ella es como el ente que he necesitado durante toda la vida. Ella tiene toda la paz y la tranquilidad que he añorado durante todo el caos que se desató en mi pueblo. Ella sonríe y la alegría resulta contagiosa. La brisa fría me alivia en los días soleados y las noches solitarias donde no estoy con ella. Mi espada lucha por la justicia y en compañía de una guerrera que lucha por la estabilidad. El campo de molinos es un lugar especial, alrededor del entorno floral, donde la vi rezando por primera vez. Está rodeada de amor y pureza, y me anima con su entusiasmo. Es una muchacha llena de dulzura que me alivia con encantadoras caricias. Sus besos afectuosos en mis mejillas, dados como mimos, son una prueba de la veracidad de su amor. Se mantiene a mi lado, y mantiene su lealtad sin importar la situación en la que esté. Me llena de cariño con sus palabras y acciones, y entrelaza sus dedos con los míos como símbolo de la más pura unión.

   El camino de flores la adorna y le abren paso a la dama que ejecuta como una diosa una danza voluptuosa de ballet al orden y son del viento. Las hojas se levantan, la luz del sol la ilumina y crea un entorno tan apacible. Me extiende la mano, invitándome a aquel extraño apostrofe para la paz, y con la misma delicadeza ambos nos unimos a la espiral de la brisa.

   Talim, la más hermosa de las mujeres, la más pura de las sacerdotisas, la joven que esparce la paz con el viento y mantiene firme una promesa, descansemos frente al lago de jacintos una vez más mientras nos tomamos de las manos.