LO QUE NADIE NOS DICE DEL SUEÑO AMERICANO

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Sin lugar a duda no hay nada más excitante que soñar con el lugar perfecto donde todo lo que deseas se hace realidad nada más con pensarlo. Mi lugar perfecto si alguien me lo hubiera preguntado hace unos años hubiera sido Estados Unidos, y es que mi sueño como el de muchos otros como yo era el sueño americano. La vida perfecta sin ningún tipo de preocupaciones ni dolores de cabeza. El lugar que todos imaginamos como el paraíso. Un lugar donde el dinero caía del cielo y los billetes crecían de las ramas de los árboles. Pero ese no era exactamente mi sueño americano.

Para mí el sueño americano era la libertad. Libertad para ser yo misma. Libertad para hacer lo que quisiera porque lo quería y cuando lo quería, para comer lo que quería, para vestir lo que quería y para vivir donde quería. Mi sueño consistía en lograr mis objetivos académicos y ser exitosa, no por el dinero sino por la satisfacción del éxito, de hacer algo importante y relevante. Mi sueo americano consistía en dejar de vivir por los otros y empezar a vivir por mí. Era todo acerca de la libertad, de no vivir con las manos atadas esperando a que alguien más decidiera por mí con la boca cerrada. Pero antes que nada mi sueño era sacar a mi madre del mundo tan tenso en el que vivíamos, darle un lugar en el que ella pudiera vivir feliz y tranquila sin ninguna preocupación.

Lo que nadie nunca me dijo es que tal cosa como el sueño americano no existe y que todo lo que te muestran en las películas y libros no es nada más que ficción. Cuando vez algo desde afuera suele verse hermoso y brillante como sacado de un sueño. Pero es allí donde todo se queda en un simple sueño.

La realidad es muy diferente y yo tuve que chocarme de frente con ella para darme cuenta. Las cosas que Estados Unidos me ha enseñado son incontables. Aprendí que el débil es aplastado por el fuerte y que si se quiere lograr algo hay que ir a buscarlo personalmente y luchar por él. Aprendí que nadie hace nada de gratis y que los amigos aquí no existen, sólo gente que espera algo de ti o que va tras de ti porque hay que mantener a tus amigos cerca, pero a tus enemigos aún más.

Cuando estaba en mi país pensé saber quién era, estaba segura de quien era, sabía lo que quería y lo que iba lograr. Ahora no tengo la más mínima idea de quién soy ni lo que quiero, y es que ya no soy la misma persona que era cuando empaqué una maleta llena de sueños y expectativas.

Nunca nadie me dijo que más que un sueño lo que iba encontrar era mi infierno personal y lo que pensaba antes horrible ahora lo iba anhelar. Ninguna película o libro me mostró jamás la realidad de lo que iba a ser mi vida al pisar suelo estadounidense y es que de verdad saben cómo vender el sueño americano y mantenernos a todos suspirando.

La realidad es que ahora soy más infeliz de lo que era antes, me perdí a mí misma en la monotonía de la vida americana. Esa libertad que tanto anhelaba ahora más que nunca sé que no existe, no hay tal lugar como el lugar perfecto. Ahora más que nunca soy esclava de los demás, esperando que alguien opine por mí y que se dicte mi camino. Ahora más que nunca ando con los ojos vendados, atada de manos y pies y con la cabeza gacha. Nunca nadie me dijo que el país de la libertad no era nada más que una farsa.

Estados Unidos te ofrece lo que tanto anhelabas, pero como un genio te lo devuelve de la forma más retorcida posible. Imposible es encontrar libertad en un país que oprime más de lo que da.

Hoy descubrí que si antes estaba huyendo de la gente hoy anhelo a aquellos que deje atrás. Hoy conocí que era la soledad por primera vez en mi vida. Descubrí que estar rodeada de gente no significa estar acompañado. Estados Unidos me enseñó la soledad y qué es el encontrarse parada en el medio de la nada, en un país lejano con la única compañía de uno mismo.

Crecí creyendo que el día que saliera de mi país sería el día en que lograría todo lo que siempre había soñado y que a partir de ese día sería feliz. Pero la vida se encargó de enseñarme que no importa el lugar donde estés sino con quien estés y esa es una lección que jamás pienso olvidar.

Creí que huyendo de la realidad de mi país todo sería más fácil, pero por desgracia descubrí el castigo de los cobardes que antes que luchar por su país y el bienestar de la gente que vive en él, huyen. Esto es para todos aquellos que piensan que al salir de su país de origen sus problemas son mágicamente resueltos. Al final siempre te alcanzan, no hay escapatoria. Un país no se hace mejor al huir de él. Se hace mejor cuando te quedas en él y luchas por un cambio. Siempre hay algo que se pude hacer y esa es la lección que muchos de nosotros debemos aprender. Ningún lugar es mejor que el tuyo propio, pues allí perteneces.

Tal vez el sueño americano no exista y lo que creíamos verdadero es falso, pero una cosa sí podemos dar por sentado: lo que no te mata te hace más fuerte y Estados Unidos me hizo más fuerte. 

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