¿Puede florecer lucidez en lo inmoral?
Las criticas de Baudelaire emularon a Mefistófeles1, quien se pasea entre el fuego de los cielos. Así nos regala una obra exquisita, arransando con las herejes estrellas del cielo y plasmándolas en Las flores del mal . Apropiado para disfrute mundano y terrenal.
Una constante antítesis2 es el plato fuerte de degustación: Despojo humano y pecado donde las palabras hacen eco, a distancia del plano cognoscitivo, ahí en el algodón de las nubes.
El texto se estructura en 151 poemas, 151 piezas condenadas, 151 flores malsanas. Recomiendo una lectura calmada, sus poemas se asimilan con la rapidez de un sueño. La búsqueda de los términos incomprendidos y la adherencia de notas son menester3 de la comprensión. Baudelaire invita a participantes de la mitología griega, dándole continuidad a la obra propia en pasajes ajenos. No es un producto cultural para flojos, ni tampoco para almas cerriles4.
1Mefistófeles. Demonio de la mitología nórdica. Habitualmente aparece como un representante refinado y exquisito del mal, dueño de una mente fría, calculadora, racional, con una poderosa lógica discursiva. Considerado un dador del conocimiento al que le agrada tentar y hacer propuestas a los lúcidos, a los artistas y a los intelectuales.
2Antítesis. Figura retórica que consiste en oponer dos ideas empleando palabras frases de significado contrario.
3Menester. Materiales o instrumentos necesarios para ciertos trabajos.
4Cerriles, cerril. Se aplica a la persona que es obstinada y no admite razonamiento ni trato. Una mente cerrada en todo su esplendor.