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Me levanté para abrir la puerta, la cual estaba con llave. Una vez que pasó volvi a acostarme boca abajo, el ojiverde se acostó al lado mío.
-Tranquila mi amor, solo dale un poco de tiempo para que piense las cosas, solo está dolido, cuando esté más calmado vas y hablas con él, ahora déjale un momento solo, lo necesita- afirmó Erick poniendo sus brazos en mi cintura-
-Gracias- dije en voz baja, pegando mis labios a los suyos, creando un beso dulce y lento-
-De nada princesa, ahora ve a intenar hablar con él, si no quiere dale su espacio- comentó separándose de mi-
Le hice caso y me levante para ir a la habitación de Lit. Yoqué la puerta pero no respondieron. Insistí volviendo a tocar.
-Nadia no quiero nada, quiero estar solo- exclamó con la voz ronca-
-Puedo pasar?- pregunté suavemente-
-Para qué?- escupió bruscamente-
-Para hablar, por favor- supliqué apoyando mi cabeza en la puerta y cerrando los ojos, poco después se abrió la puerta dejando a ver un Mauro con los ojitos rojos, y su carita media hinchada, su nariz estaba levemente roja, me sentí peor que antes-
De un salto me aferré a sus brazos, lo abracé más fuerte que podía, él hizo lo mismo. Empecé a sentir la remera mojada, me separé lentamente y pegué su frente con la mía.
-Perdoname.. perdón, me siento una mierda de persona viéndote así, sos una persona re importante para mí, no quiero perderte, me arrepiento mucho de no haberte dicho, sos la primera persona que me brindó su amistad y amor, la primera persona que me cuidó del mundo exterior, la única que estaba cuando me sentía para el orto, antes de conocerla a Coni, fuiste la primer persona que me valoro por lo que era yo realmente y no por lo que veían, sos mi hermano, y no digo para hacerte sentir mejor, te amo Mau- hablé en un hilo de voz, poniendo mis manos en sus cachetes, él me miraba con su atención completamente en mi -Te amo Mauro la puta madre, te amo con mi vida-
Y por primera vez en la situación, me permití romperme enfrente de él.
-Te amo más Rocío, concha rota- exclamó envolviendome en sus brazos protectoramente, hice lo mismo, pero con la diferencia de altura yo quedé en su pecho, y el con su cabeza arriba de la mía-
-awww- se escucharon voces desde afuera, cuando escuchamos eso Mauro y yo nos separamos, nos reímos, nos miramos y nos volvimos a abrazar-
-Cállate, se van a dar cuenta menso-
-Cierren el orto-
-Me están aplastando una teta- se escuchó otro quejido-
