Es como cuando llueve

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Es como cuando llueve.

Sí. Es como cuando llueve y todo el cielo se estremece con los truenos, con los relámpagos. Cuando el cielo es gris y pareciera que va a engullir a la Tierra entera.

Camino cansado por la calle. Con una maleta mal acomodada, llena de cosas importantes para mí, así como de ropa, y cobijas, dinero...

¿A dónde se supone que iré?

¿El cielo siente lo que yo siento?

Quisiera que todo el mundo dejara de mirarme y ponerse en mi contra.

Es como cuando llueve.

El mundo ha dado su última palabra. Oigo el teléfono dar uno, dos, tres, cuatro timbres, pero sólo oigo la contestadora: Deje su mensaje a partir del tono...

Es todo. Es la prueba de pruebas.

Es mi mundo derrumbarse.

¿Qué se supone que haré ahora que sé que nada cambiará?

¿Quién se supone que soy?

Camino bajo el sol y las nubes que lo cubren intermitentemente.

La piel me arde, los ojos se hinchan, pero debo llorar. No ahora.

Estábamos juntos. Era ella y era yo. Desde el inicio de esto.

¿Qué será de mí?

Avanzo dando tumbos. Despojado de lo que una vez fue de ambos. De lo que me hacía feliz.

El teléfono vuelve a sonar.

Uno, dos, tres, cuatro tonos y no hay respuesta. De nuevo la contestadora que se dedica a ser un fastidio.

Me tiro en el suelo. A medio camellón. Con autos pasando a los lados. Con gente que hace su vida normal. Gente que no sabe cuánto puede llorar y sentirse destruido alguien en el mismo instante en el que ellos son felices.

Que alguien diga algo.

Hola.

Adiós.

Necesito oír las voces de los demás. Oír que no estaré solo nunca más.

Quizá es mucho pedir.

Me vuelvo a levantar y reanudo la marcha.

¿Cuánta gente ya sabrá de esta desdicha? ¿Cuánta gente sabe cómo me encuentro? ¿A caso les interesará? Yo creo que no.

Quiero volver a vivir esos momentos cuando era feliz. Cuando estábamos en el parque y ella me miraba con amor. Cuando me abrazaba y me decía que me quería. Cuando esa mujer que me amaba seguía de pie, y no en una caja, no en una carroza fúnebre. Me encantaría volver a decirle que la amo. Que nunca la dejaría sola. Que siempre estaría para ella, pero no puedo ahora. Se ha ido. Y me he quedado solo. Por siempre.

Mi mundo era ella. Mi mundo era todo lo que me dio.

Me pongo el teléfono en el oído por tercera vez, y sucede lo mismo.

Deje su mensaje después del tono...

«Piiii.»

Y es todo.

No un hola, cómo estás. Ni un, estaba preguntándome a dónde habías ido.

Nada.

Solo un pitido que me destroza por dentro. Que me deja en el abandono.

El cielo engulle a la Tierra, y esta se estremece con el coraje del cielo. Todos tememos del cielo tanto como tememos de la Tierra. El sol se oculta tras una gran nube gris y no vuelve a brillar. Todo se precipita de repente. Todo se inunda como inundado estoy yo.

Es como cuando llueveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora