17 - Me tengo que buscar un trabajo nuevo

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Los padres de Juanito, Pedro y Lourdes me dejaron como canguro. No iban a volver tarde.

Dejé a Juan a cargo de las pizzas en el horno mientras ayudé a Pedro con los deberes.

Pedro pasaba más de estudiar que su hermanastro y no podía permitirlo porque iría a más.

Sí, estaba un poco confundido si debía de ser igual e estricto con él, como con su hermano.

Me lo llevé a su habitación. Le bajé el pantalón y le administré unos azotes directamente sobre la piel en el culo. Me enamoré inmediatamente en ese culo tan bonito. Era una cosa bella. Le hubiera dado un bocado. No me quise pasar. Cuando estuvo a punto de llorar paré. No quería que tuviera un recuerdo demasiado negativo. Con su hermana estuve también a punto de hacerlo, pero no debía de pasarme. Un castigo por niño y día es suficiente.

Después bajé y mientras hacía las siguientes pizzas indiqué a Juan que se duchara. Sus hábitos de higiene eran los mismos, pésimos, olía. Le amenacé, si la próxima vez seguía sin bañarse en tres o cuatro días, le iba a castigar. Sus hermanos se chivaron. Hacía una semana que no lo hacía.

-Vas a ducharte ahora mismito. Juanito, si vuelves a repetirlo, te vas a arrepentir. ¡Probarás lo que nadie ha probado! Y le enseñé mi cinturón. Me dediqué otra vez a sus hermanos y poco después me di cuenta que Juan había desaparecido. Miré y la pizza estaba mordida en el plato y se estaba enfriando. Le llamé y nadie contestó. Al rato subí a la planta superior.

Vi un niño rubio con los pelos mojados corriendo por el pasillo hacia el dormitorio y cerró la puerta. Abrí y me lo encontré desnudo. Se estaba vistiendo. Evidentemente no había escuchado que había llamado a la puerta. Se tapó con las manos cuando me vio.

-Joder. Me has dado un susto.

-Qué te ha pasado?

-Me he duchado! Era verdad. Los pelos estaban muy mojados. Se había dado una ducha super rápida.

-Podías haber terminado la pizza. ¡Y te habrías duchado después! Se lio la toalla alrededor de la cintura y se vistió como pudo sin que sus partes íntimas pudieran ser visibles.

-Me estoy vistiendo. Te da igual quedarte fuera. Cuando te vistes seguro que quieres estar solo. Dijo algo enfadado porque quería comer.

-De pequeño estuve en los scouts. ¡Una vez ahí ya te da igual todo! Dije con conocimiento de causa.

-Pero, ¿pero te dejaran que, vistas solo, ¿no?

Meneé la cabeza de un lado a otro.

-Me he duchado o bañado con cinco y seis tíos a la vez. Lo de vestirse ya ni te cuento. Al final te da igual. Levantó las cejas hasta el pelo.

-Nunca en mi vida me voy ir con esa gente!

-Vale. Voy a calentarla. Compartiremos la tuya y la mía. ¡Date prisa!

La fierecilla domada por Adri 1 y 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora