La cena de aquel Treinta y Uno de Octubre fue simplemente la mejor apertura para la fiesta de Halloween que pudo haber. Un maravilloso festín lleno de dulces, jugos y tortas de calabaza, y todo con los decorativos propios de la ocasión, pasando desde arañas, serpientes, gusanos sobre las mesas, hasta ojos en la sopa y copas manchadas de sangre. Alicia comía tranquilamente, cuando observó que Umbridge entraba al comedor y se sentaba en su puesto. Alicia en secreto, había dejado frente al puesto de cada profesor una caja con su nombre y lleno de chocolates, y con Umbridge no fue distinto, tan solo su caja era la única rosada.
Alicia comía con tranquilidad, mientras Minerva a su lado y Snape al otro, probaban los chocolates frente a ellos.
-Están realmente buenos.- comentó Minerva.
Snape asintió, estando de acuerdo.
-¿Quien los habrá dejado aquí?- inquirió la profesora.
Alicia sonrió pero ocultó la sonrisa al beber de su copa de vino.
-Fuiste tú.- dijo Snape.
-¿Que yo que?- inquirió Alicia.
-Tú dejaste los chocolates.-
Alicia se encogió de hombros. -No voy a confirmarlo ni negarlo-
Minerva le dio un beso en la mejilla a la chica. -Muchas gracias, están deliciosos.-
Alicia no pudo evitar reír.
-No lo agradezcas.-
Snape enarcó una ceja al ver hasta el otro lado de la mesa.Minerva comprendió esa mirada.
-¿También le dejaste a Umbridge?-
Alicia sonrió de oreja a oreja pero no dijo nada, tan solo pinchó un pedazo de tarta de calabaza y se la llevó a la boca, limpiándose luego de tragarla usando la servilleta con delicadeza.
-Alicia…- susurró Minerva. -¿Qué le pusiste a los chocolates de Umbridge?-
-Pastillas vomitivas.- dijo con total naturalidad.
Snape alzó aún más su ceja y Minerva ladeó la cabeza y la vio con los ojos abiertos como platos.
-Oh vamos, no me veas así.- protestó Alicia.
-¿Y cómo quieres que te vea?- inquirió Minerva fingiendo su tono de reproche.
-Ni que tu no tuvieras ganas de hacer lo mismo- le susurró, apuntándola con el tenedor.
Minerva con elegancia se acomodó en su puesto.
-No, no tengo ganas.- mintió.
Alicia abrió la boca y frunció el ceño, viéndola entre sorprendida y de manera acusadora.
-Minerva McGonagall siento que ya no te conozco.-
Minerva soltó una carcajada tal que casi se ahoga con el vino.
Snape sonrió de manera casi imperceptible.
-Prometo no decir que fuiste tu.- le susurró a Alicia.
-¿De cuando acá proteges a los que rompen reglas, Severus? -dijo la joven con una suave risa.
-Sólo cuando se trata de Umbridge puedo hacer excepciones.-
Snape le dedicó un guiño a Alicia y ella sonrió aún más, mientras Dolores con una sonrisa en el rostro engullía los chocolates de la caja rosada.
-¿Ali?-
-¿Si?-
-¿No crees que estás exagerando?-