México, D.F. a 2 de diciembre de 1990
Querido diario:Hoy me levanté temprano, como siempre, me bañé, me vestí y me fui a la Universidad. Estamos terminando el semestre y los maestros nos inundad con trabajos, lecturas, exámenes, y más lecturas. ¿Qué les pasa acaso creen que nada
más llevamos SU materia?Te cuento diario, cada materia pide en promedio de 5 a 6 lecturas por semana (llevo 5 materias), por cada lectura se entiende desde varios capítulos del mismo libro o de distintos, hasta varios libros, con su consabido: "trabajo comparativo, expliquen con sus ideas porque están a favor o en contra, incluyan citas de pie de página y háganlas bien, si no saben, investiguen, ya están en la Universidad".
Luego la despedida: "nos vemos la siguiente clase, les recomiendo que se pongan a estudiar para el examen, y recuerden que sólo esta semana recibo trabajos atrasados." Sabes diario me hubiera gustado decirle: "hasta la próxima querido profesor que tenga una linda tarde, porque nosotros, sus alumnos, pasaremos horas pensando en usted, mientras hacemos sus trabajos", pero no dije nada.
Y para colmo, cuando tuve una hora libre y pude ir a la biblioteca a conseguir los libros, ¡ya no había! ¡Los prestaron todos! ¡Qué les pasa! ¿Cómo quieren que una estudie? ¡Ni que pudiera comprar todos los libros!
Entonces se me ocurrió una idea, y si los voy a leer al Sótano, si a la librería con la escalera de caracol en la entrada, tan bonita y original; y pues no habiendo más opciones para conseguir las lecturas, voy cuando terminen las clases.
Así que caminé de regreso al metro Universidad desde mi querida Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, bajo el sol, subí las escaleras y las volví a bajar, tomé el metro para dos estaciones y me bajé en Miguel Ángel de Quevedo, de ahí caminé a la librería del Sótano.
Anoté los libros y las páginas en una tarjeta, dejé mi bolsa, tipo morral, en la entrada, tan lindos los del Sótano, me guardan mis cosas para no cargar mientras leo. Además, son bien amables, todos vestidos con su camisola azul con su logo bordado, me preguntan que si necesito algo, tal vez porque ya llevo como dos horas aquí parada leyendo, pero les digo que no necesito nada, que estoy bien.
Ni modo de decirles que tengo que entregar unos trabajos (varios atrasados) y requiero leer varios capítulos de algunos libros, que no he leído, y en la biblioteca de la Facultad se les ocurrió prestar ¡todos los ejemplares!
Una vez concluida la jornada de lectura, coloqué los libros de vuela en sus estantes, me fije en sus lugares, les entregué una tarjetita de color con la que me regresaron mi bolsa, salí y ahí, en la banqueta, tomé las notas de las lecturas, ya sabes "las ideas a desarrollar", y me vine a mi casa a escribir los trabajos.
Cuando estaba haciendo la tarea me habló mi amiga Alicia, me estaba contando como le va, pero mi mamá estaba de chismosa, segurito que por eso tiene el teléfono en medio del departamento, para estar oyendo lo que una platica.
Por eso cuando quiero platicar con mi amiga mejor bajo y camino hasta el teléfono público, nomás que necesito llevar cambio; lo malo es que si mamá se asoma me ve en el teléfono y empieza: "¿con quién fuiste a hablar?, ¿por qué no hablas de la casa?".
Luego se pone de adivina: "ya me imagino lo que dirás, que no quieres que escuche", pero no es que no quiera que nadie escuche, es que no quiero que ella escuche. Pero ya vi que hay teléfonos afuera del metro, así que pensé en organizar mis llamadas para hacerlas a la salida de la Facultad.
En la clase de Metodología me encontré con mi amigo Rubén, el del primer semestre, me dijo que si vamos al ciclo de cine, le dije que sí pero ya no quedamos bien, ahora que nos volvamos a ver en el salón porque no tengo el teléfono de su casa, y creo que él tampoco tiene el mío.
Creo que no te conté pero se mojó mi agenda, la del logo de la UNAM, y se corrieron los números, ahora casi toda se volvió hojas de colores (ya ves cómo me gustan las tintas de colores), así que no tengo los teléfonos de nadie.

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Crónicas de antes del Internet
HumorHubo vida antes del Internet y el celular. Lo sé, yo estuve ahí, y está es la historia.