No quería admitir que tenerlo bajo su control era una droga para Stan.
Tocarlo, lamerlo, besarlo; hasta que su rostro normalmente inexpresivo esté contraído totalmente por el placer de sus caricias.
Que aparezca en el umbral de su puerta en una noche nevada, con una mirada juguetona que sólo a él le dedicaba cuando estaban solos. Jalarlo a la casa sin saludarlo, empotrarlo en la pared, y embriagarse con sus besos.
Un toque hambriento, desesperado por estar más cerca, sólo un poco más. La violencia de sus besos los obliga a abrir sus bocas mientras se aferraban a lo primero que tocaban, cabello, gorros, cuello, ropa, desordenando con sus manos lo que tocaban. Sus lenguas se encuentran, un gemido de su amante hace que sus bocas tiemblen. Una batalla se rige entre ellas, buscando el dominio del beso.
Interrumpe el beso, y lo único que lo unía al contrario en ese momento era un pequeño hilo de saliva, que conectaba sus labios de una manera muy sensual. La tenúe oscuridad no le dejaba ver mucho la cara de su amante, pero juraría que tenía las mejillas rojas y sus gruesos labios hinchados.
Necesitaba más de él. Necesitaba hacerlo gritar del placer. Necesitaba devorarlo.
Una creciente necesidad que se estaba convirtiendo en adicción. Pero nunca lo admitiría.
La necesidad de besarlo como lo estaba haciendo otra vez, tomándolo del cabello con una mano mientras que con la otra, lo mantenía cautivo entre él y la pared. Un beso profundo, lento y sensual, sus favoritos. Dejarlo con ganas de más, y besar su cuello, lamer y chupar su piel, sentir como su sangre se convertía en fuego cuando su amante se apretaba contra él, sintiendo la dureza entre sus piernas contra las propias.
"Me esperan dentro de media hora."
Era parte de su rutina. El poco tiempo que tenían para estar solos era muy limitado, pero eso no los detenía, al contrario, eso hacía todo más interesante.
Sin perder el tiempo, Stan lo tomó de las caderas, y lo volteó. Un gruñido escapó de los labios del otro debido a la brusquedad del movimiento, pero, dejándose llevar por la lujuría, recargó sus manos en la pared, y arqueó su espalda, dándole una vista perfecta a Stan de su redondo trasero, deseoso de ser llenado por completo.
Sus manos frías hicieron contraste con la piel caliente de su amante, sintiendo como este se tensaba debido a las caricias debajo de su ropa. Apretaba su trasero contra la hombría de Stan haciendo que pequeños gruñidos escaparan de la garganta de Marsh ante tal contacto.
Un gemido de sorpresa resonó entre los labios del contrario. La mano derecha de Stan se había colado debajo de su buzo negro y de su ropa interior, masajeando su sexo lentamente. Primero, presionando la punta con sus dedos, para luego bajar hasta la base del miembro, mientras empujaba sus propias caderas contra el trasero del chico, para que sintiera lo que excitado que estaba.
Tenía tantas ansias de cogérselo ahí mismo. Y se lo hizo saber con una mordida en el hombro.
"Eso va a dejar marca."
Bajó sus pantalones.
"¿Algún problema?" ronroneó Stan en su oído, lamiendo la marca que dejó en la extensión de piel entre su hombro y su cuello.
Se puso el condón.
"N-no." respondió, cuando sintió como el pene de Stan se abría en sus entrañas. "M-me gusta."
"Craig."
Y acabó.
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craig pasiva, zyke.zy. Espero que les haya gustado, lector×s, jijijiji.
próximamente, capítulo 2.
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