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Buenos ratos con sus amigos salvando el mundo mágico.
Un amor no correspondido.
Problemas en la casa.
¿Qué podría empeorar la lista? luego de un largo día de clase, y una terrible pelea con su hermano menor, H...
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—— Vaya, Hermione... tienes loco a un Slytherin, podrías ir al baile con él— espetó Lavender, en una sonrisa.
—— Por supuesto que no, ya le prometí a Neville...—
—— ¡Es Higgs! deberías pensarlo, ese chico es lindo, está en el equipo de Quidditch, y huele bien...— susurró Lavender.
—— No lo sé, es decir... no estoy segura..—
—— ¿No creen que fue extraño aquel golpe que tuvo Higgs al invitarte a salir?— espetó Harry. —— Podría jurar que ese chico fue encantado...—
—— ¿Tú lo crees? también pienso lo mismo, quiero decir, Higgs no se golpeó con nada, el tipejo estaba volando en el aire— replicó Ron.
—— No me sorprendería que alguien atacase a ese gusano, sin ofender Hermione, pero ese chico no me cae bien— bufó Ginny.
—— No creo que a Higgs le importe eso de las sangres, invitó a Hermione a salir, me supongo que eso significa que él está interesado en ella, no en su sangre... ustedes lo entienden— dijo Ron.
—— Ya va, pero, ¿qué piensas tú, Hermione? ¿te agrada Terence Higgs?— preguntó Harry.
Todos se giraron a observarla, y se sintió algo nerviosa, no está segura en aceptar la oferta de Higgs, pero por otro lado, una parte suya le dice que debería aceptar su propuesta para salir con él en una cita, no tiene nada que perder, además, Cedric está saliendo con Cho Chang, no hay posibilidades de que algo suceda entre ella y él, ni aunque su corazón le pertenezca a él, ansía salir de su burbuja por lo menos una vez, experimentar lo que sería ir en una cita, conocer Madam Puddifoot como un ambiente de salida romántica sin pasar la vergüenza de asistir sola, o en el peor de los casos, volver a ser el blanco de burlas por su inexistente vida amorosa. Tal vez, solo quizás podría existir la posibilidad de que existan chicos que no les importe eso del estatus de la sangre, su reputación de rata de biblioteca, o que vea su belleza interior, Terence Higgs lo demostró allá afuera en el campo de Quidditch, la invitó a salir en frente de toda la escuela, y no le importó los rumores, ni su reputación.
