Antes solía pensar en lo sobrevalorada que está la playa. No entendía en absoluto la emoción de las personas por querer sentir la arena y el mar en simultáneo, o el calor inclemente. No entendía el deseo de exhibir los cuerpos a través de prendas que dejan poco a la imaginación, de obtener un 'buen bronceado' (que para mí se traduce en cáncer de piel), o de tener un lugar como excusa para el bullicio y la música estrepitosa. Nada de estas cosas tenía cabida en mi mente hasta el día de hoy. Me di cuenta de que el sol, el mar y la arena significan mucho más. Que a lo mejor las demás personas también pueden percibir lo que yo percibí: la infinidad de esos tres elementos, y es que combinados logran cautivar y darle paz a cualquier alma perdida y agonizante.
La brisa marina parece llevar consigo todos los suspiros de los que alguna vez plasmaron sus huellas en la arena. Y me atrevo a decir que desde hoy llevará los nuestros, ese momento en que lo evitable se volvió inevitable, en que, rebosantes de amor, no pudimos ocultar la grandeza de nuestro sentir. Ese pequeño instante que se convirtió en un gran recuerdo junto a ti.
Es entonces cuando me sentí agradecida por tener la playa a mi disposición, quizás no muy cerca, pero sí a mi merced. Cada grano de arena que jugueteó con nuestros pies, cada fuerte soplo del aire que amenazó nuestros peinados, cada saboreo de esas deliciosas galletas, cada ola incesante que se quería acercar, cada pisada que quedó marcada sobre el manto blanco, estaba todo previamente destinado a ser; incluso nuestra presencia en esas eternas calles (aunque en un principio no lo pareciera).
Ahora sólo puedo quedarme con la satisfacción y el recuerdo de tu sutil y ardiente tacto, que al entrar en contacto con mi piel genera en mí una oleada de sensaciones indescriptibles, con esa calidez tuya tan poderosa como el sol, y con esos ojos llenos de frescura como el mar. En el fondo sé que es amor, no puede ser otra cosa, pero sí sé que puede ser más grande. Y por un breve instante, sentí que el viento me susurró "calma, disfrútalo y ámalo; porque nunca se sabe hasta cuándo seremos infinitos."