El hombre sin vida

13 3 4
                                    

Soy Cristóbal y no sé dónde estoy. Creo que estoy durmiendo, todo está oscuro y me siento cansado. Puedo escuchar levemente la voz de un hombre, pareciera que dios estuviera hablando conmigo. Está rezando por mi cuerpo para que viva eternamente. No puedo verlo, he intentado moverme pero siento mi cuerpo rígido. ¿Estaré muerto? El hombre ha dicho que es hora de descansar, que espere al amanecer, no entiendo qué está pasando y por qué no puedo moverme.

 Han pasado horas, he intentado moverme pero no lo he logrado, siento que algo me oprime, es como si tuviera encima otro cuerpo. Hace unos segundos sonó una alarma, acaban de prender una luz y he abierto los ojos, los siento como si se estuvieran quemando, esta luz es enceguecedora, casi no puedo verla. Me he levantado y ya puedo ver sin que me ardan los ojos; estoy en una habitación muy pequeña, las paredes son grises, en un rincón hay un sanitario y un espejo desgastado. Mi cuerpo se está moviendo solo, no puedo controlarlo, esto nunca me había pasado antes, estoy gritando para pedir ayuda pero no escucho mi voz, ni siquiera siento que mis labios se muevan, no tengo control de mis cinco sentidos, pero en algún modo sé cómo se siente mi cuerpo, siento un cansancio excesivo y un peso encima de mí. Sé que estoy frente a un espejo, sé que el reflejo en frente de mí soy yo, pero no estoy actuando como yo, veo mis ojos con una expresión diferente a mi mirada, mi mirada siempre ha sido algo apagada, esta mirada es más viva y chispeante. Estoy aterrado porque mi cuerpo no está haciendo lo que le estoy ordenando, estoy seguro de que alguien más me está controlando.

 Hay dos hombres afuera, uno de ellos está abriendo la puerta, el otro está detrás de él observándome. Vinieron a traerme un trozo de pan, un vaso de agua y un traje; uno de ellos me acaba de decir que tengo sólo cinco minutos para comer y vestirme, que me están esperando porque ya es el momento de mi juicio. El pan estaba duro y el agua sabía a baño, el traje se ve raído, el negro opaco del traje es ahora un azul grisáceo y huele a sudor. Un policía me ha abierto la puerta y con la ayuda de otro hombre vestido de blanco me han puesto unas cadenas y me han tomado de los brazos, me llevaron por los pasillos largos y llenos de puertas, todas cerradas. Fuimos por un pasillo muy largo en el que al final había un reloj de pared, marcaba las once, día o noche, no lo pude saber hasta más tarde. Hemos cruzado una puerta grande y llegamos a un tribunal. Me he tenido que sentar frente a un cura y dos hombres bien vestidos, la iluminación no es muy buena pues se proyecta una sombra en sus rostros que no me permite verlos con claridad. Estuvieron hablando entre sí acerca de mí como si yo no estuviera ahí presente, uno de los dos hombres elegantes parece ser un doctor, ha dicho que la terapia ha funcionado con éxito y que ya no reacciono de manera negativa frente a situaciones que me ponían incómodo, el cura ha empezado a hablar, es el mismo que escuché cuando no podía moverme, tiene la misma voz suave y dulce; estos dos hombres están pidiéndole al juez que me deje en libertad.

  Estoy cansado, hace un par de horas salí del juicio, fue algo muy secreto, el juez dijo que no podría dejarme en libertad pero que podían crear un falso certificado de defunción y dejarme libre con la condición de cambiarme el nombre y nunca hablar acerca de mi pasado. En el juicio me preguntaron muchas cosas acerca de mí, lo más extraño de todo es que todas las respuestas que han salido a mi boca son contrario a lo que yo quería decir.

 Desde hace unos minutos he estado recordando el primer día que llegué a la cárcel. Fue hace ya un tiempo atrás, no podría ser exacto porque no sé cuánto tiempo ha pasado desde aquel día, pero como aún me veo algo joven, supongo que no mucho. Desde que nací gocé del privilegio del dinero y el estar por encima de los demás, todo siempre lo pude comprar con dinero y un par de palabras lindas. Yo era hijo único, siempre fuimos los tres y nuestros sirvientes, pero ellos nunca importaron como tal. Desde que tengo memoria mis padres intentaban tener un hijo más para no dejarme solo, yo siempre quise una hermana, pero por algún motivo no lograban concebir más bebés.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 26, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El hombre sin vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora