Allí estabas.
Inmutable.
No decías nada.
Y yo.
Sólo te miraba.
Porque no quería ver nada más.
No quería darte nada más.
Que mí sangriento.
Y desdichado.
Corazón.
Goteando.
Cómo un grifo .
Roto.
Las cumulus .
Se reunían .
Sólo para ti.
Mí corazón.
Dejó sólo un charco.
Turbio.
Denso.
La sangre.
Amarilla.
Cómo una flor.
Una flor que nace feliz en el pasto fresco.
Feliz de haber nacido.
Pero imagínate ahora.
Que ha sido pisada incontables veces.
Por ti.
Y sólo por ti.
Los corazones tienen cada uno su color.
El mío era amarillo.
Lo era.
Antes de convertirse en un verde musgo.
Porque ahora se ha podrido
Ahora ya nadie lo quiere.
Y lo ha dejado en el fondo del refri.
Llenándose de malos sentimientos y moho.
Hielo.
Un sucio y asqueroso hielo.
Pero aún así.
Todo mohoso y putrido.
Lo seguiré sosteniendo.
Sólo para que un día elijas tomarlo.
