5. Lo atuté

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Me levante temprano en la mañana abrí el refrigerador para preparar el desayuno, luego de un rato estaba casi terminando, mi tía había salido hace un rato junto a Marcus, así que solo estábamos los chicos - quienes se encontraban dormidos - Josue y yo. Al terminar de cocinar Josué apareció corriendo riendo a carcajadas

— Tía — abrazó mis piernas

— ¿Qué paso mi amor?, creo que alguien se despertó de buen humor— dije cargándolo besando una de sus pequeñas mejillas

— Lo atuté — dijo señalando al marco de la puerta, guíe mi vista hacia donde el señalaba, Matt se encontraba ahí, reí sonoramente contagiándole mi risa a Jhosué, me hubiera encantado ver eso, un niño asustando a un casi adulto arrogante increíble

Me senté frente al mesón y senté a Jhosué a mi lado, Matt se sentó frente a mí, al otro lado del mesón mirándome fijamente, yo lo ignore mientras revisaba mi teléfono y cuidaba que Jhosué no derramara de su comida. Levanté mi vista desviándola a sus ojos

— ¿Qué me ves?— pregunté incrédula, tenía tiempo mirándome y resultaba incómodo

— Nada...es...olvídalo — dijo desviando la vista hacia otro lugar

— Dilo — dije, seria aún sin quitar la vista de su rostro

— Quiero...quiero... ¿comer? — dijo pensando por un momento con voz temblorosa, pero dudosa

— Sírvete — dije desviando la vista de nuevo a mi teléfono, el asintió e hizo lo que le dije

Tiempo después estaba sentado de nuevo frente a mí mirándome mientras comía

— ¿Ahora qué? — pregunté fastidiada e incómoda, no es bonito que alguien se te quede mirando fijamente sin razón alguna

— Nada — dijo levantando sus hombros y dejándolos caer restándole importancia, me levanté de la silla dispuesta a despertar a los demás ya que no quería que mi tía llegara y ellos siguieran durmiendo

— ¡Ya despertamos! — grito Adam arropándose, los chicos no querían despertar así que tome un rociador y les arroje agua fría en la cara

— ¡No! ya no sigas — dijo Hannah colocándose la almohada en la cara. Los deje en paz con eso se levantarían dentro de poco tiempo

(...)

— Gracias, tía Melida — dijeron al unísono los chicos, no sabían si llamarla Melida o Tía, así que, al final se decidieron por llamarla de las dos formas

— De nada chicos me hubiese gustado que se quedaran más — les dijo mi tía, al parecer también les agarro cariño rápido, y en realidad ella siempre es así con un corazón grandísimo y bondadoso

— Gracias tía por todo — dije abrazándola fuertemente

— No es nada mi corazón — dijo en medio del abrazo, me separe de ella; subí al carro encendiendo el motor, todos se colocaron en sus puestos igual como vinimos. Emprendimos el viaje estaba nerviosa sinceramente era la primera vez que manejaba por el largo camino empinado hacia la casa de mi abuela, mi papá siempre me daba consejos de cómo hacerlo y me recordaba que era fácil, pero no es lo mismo verlo que hacerlo.

— Bueno chicos, no quiero ponerlos nerviosos pero sujétense — dije acelerando casi llegando a la primera curva...

— Tengo ganas de vomitar — menciono Mary, con una cara de mareo

— Recuéstate — aconsejé, mi papá siempre me decía eso cuando me encontraba mareada, ella asintió levemente con la cabeza y se recostó ubicando su cabeza en el hombro de Adam, ya casi estábamos llegando a las cuatro esquinas ósea a como 3 cuadras de la casa de mi abuela más o menos, esta carretera es algo rustica ya que en vez de asfalto es de piedras de diferentes tamaños al cruzar hacia la izquierda detuve el auto

Todo Esto ¿Por qué?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora