Capítulo 15

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Esteban

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Esteban

—¿Está todo en orden? —pregunté a mi padre y esperé su respuesta del otro lado de la línea con mis nervios a punto de explotar.

—Sí —dijo con voz cansada y escuchaba voces al fondo, pero lo único importante eran sus palabras—. Sigue dentro. No ha escapado ni ha hecho algo raro desde que volvió. Es más, me han dicho que se ha portado impecable estos últimos días.

Fruncí mi entrecejo, sin creer lo que mi padre decía, sabiendo que no tenía razón para mentirme.

No había otra opción que ella para enviarle la carta que a Hebe le llegó. Tan solo recordar el incidente provocaba que mi sangre rugiera. Las palabras entintadas en el papel grabadas en mis pensamientos con ferocidad.

Había ido en busca de Hebe luego de su largo momento para tomar un refresco cuando la encontré tiritando y con la mirada vacía, sosteniendo un pedazo de papel. El maldito papel que estaba seguro que ella había enviado.

Aunque ella estaba dentro, vigilada día y noche.

No podía hacer mi cerebro funcionar para encontrar al responsable de aquel atentado a la vida de Hebe; fue una carta, pero el mensaje era claro.

—Bueno, gracias por la información —murmuré, demasiado tenso para seguir con aquella conversación—. Llegando a casa hablamos, papá.

Despidiéndome, corté y dejé que la brisa helada de la noche calmase mis sentimientos. Lo que no sucedió.

Todo era muy vivido, muy claro en mi mente.

Como Hebe se había encontrado con mi mirada y el miedo se anclaba a su iris, lágrimas comenzando a caer por sus mejillas, su piel pálida y cuerpo tembloroso. El dolor había rasgado mi pecho y actúe con rapidez.

La saqué del cumpleaños, mandándole un mensaje a Cris de que me llevaría a Hebe a su casa, para que avisara a los chicos. En el auto ni el aire cálido logró darle calor a Hebe y eso solo me había preocupado.

Listo para conducir hacia su casa ella se había negado, diciéndome que en ese estado no quería volver, así que la llevé al único lugar que se me ocurrió. La bodega.

En el camino hice que Hebe llamase a su tía y le diese la dirección de nuestra parada. Lo que había sucedido fue algo serio y peligroso, y había que tomar cartas en el asunto, por lo cual llamé a la policía cuando Melissa Castillo dijo que había que encontrar al culpable de aquella nota, para así tomar el asunto entre sus manos.

Gracias al cielo Hebe no se deshizo del agarre que tenía en el papel todo el viaje. Sirvió como prueba cuando los uniformados llegaron. Hebe se puso incómoda ante la interrogación que los oficiales le hicieron, pero respondió cada pregunta con su mano nunca dejando la de su tía.

Yo también di mi versión de los hechos y luego de un par de minutos, los dos policías se fueron, haciéndonos saber que seguirían en contacto si algo nuevo surgía. Luego de eso, salí de la bodega para darles tiempo a Melissa y Hebe de que hablasen o solo disfrutaran de la compañía de la otra.

Sentirse Completo (#2 Sentirse Viva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora